Antonia - La mano joven
Prólogo:
¡Anoche hermano, mataron a
Antonia Martínez!
¡Madre. Padre. Mataron a
Antonia Martínez!
Antonia. Antonia. Antonia Martínez.
Te cantaremos como un
salmo emanado de las rosas.
Estas calles desiertas
con el poderío del miedo
arrastra un recuerdo
al hospital
donde mueren tus lágrimas.
El recuerdo de Antonia:
Tenía diez y nueve.
Diez y nueve búsquedas de
duración sorprendidas.
Y dos años más que eran
serenos,
así como sus gestos,
alegres como su risa
y rápidos como sus
movimientos.
Antonia. Antonia.
Volverás a enseñarnos el camino de la libertad.
Quien no se educa en tí Antonia
no tiene raíces de felicidad.
Quien no vive en tí, Antonia
arde bañado de sangre.
Eso y mil veces y otras tan-
tas veces tu nombre Antonia.
Antonia Martínez Lagares
Antonia Martínez Lagares
Antonia Martínez Lagares.
Joven estudiante Asesinada.
¿Por qué tú, Antonia, sólo tú?
-y las veces y noticias que
te callaron en una regla
-y te extendieron en los ríos
-y te tejieron con guajanas
-y el maíz espera para empol-
var tu leche de muerta
-y nadie más espera
¿Quién fue por tí, Antonia,
y por toda tu alegría?
Antonia Martínez Lagares.
la joven ultimada. . .
la joven abaleada. . .
la estudiante asesinada. . .
la estudiante muerta. . .
Asesinada. Muerta.
Aseseinada. Muerta.
Antonia. Antonia. Antonia
¡Ya no habrá paz en la tierra!
Fuego en el campus:
Todavía existe el déspota
que te cubrió en fragmentos
de manos monocordes.
Reniega del silencio que
te han dado, Antonia,
y desgarra ese grillo sobre
el cráneo que pulido tu desventura.
Remuérdeles las conciencias con tu recuerdo.
No lo dejes descansar en paz.
Tus palabras de: Asesino Asesino
te llovió de la rabia de tus manos.
De momento tu boca sentiría
aquel sabor a hierro y sangre;
aquel amargo moho empapado
en pólvora y azufre.
En tus ojos arqueados de dolor
vi acabarse nuestra noche.
¡El campus sublevado!
Surgieron en metralla
aquellas voces …
…voces que marchaban
…voces que aplastaban
…voces que piafaban
Tu tendrás que recordar
madre, lo angustioso de unas veces
que se atragantan como
plomo en las entrañas;
el sonido de tiros que enlo-
quecen en las sienes.
Aun lo recuerdas
¡Son golpes de fusiles contra el estudiantado!
Ayer fue en la Argentina,
Colombia y Tlatelolco.
¡Y ahora en Puerto Rico!
Pero América despierta.
De pie y alerta avanza
a desollarle la máscara
a los verdugos.
Eso.
Y nosotros;
la juventud en rotación
de confianza espera.
Eso. Espera.
¡Y ahora en Puerto Rico!
-un cuerpo femenino y simple
-un rostro como una flor heráldica
-una nebulosa indecifrable
de formas y palabras
eran a un tiempo rostro y espacio.
Rostro hecho flores malvas
en la delantera de las manos.
Espacio hecho hacia la muerte
en la delantera de las balas.
¡OIDME BIEN!
En la delantera de las balas.
Se escuchaba
se veía esta anzada
bajo una lluvia rota de macanas.
Através de cabezas a-
agrietadas de herida
en forma despiadada
cruel y asesina.
¡Sí! Asesina contra la juventud que lucha.
Contra la verdadera
juventud.
Eso.
Esta avanzada de crimen
destripaba las mentes
de los guardias.
Esas escleróticas conciencias
vestidas con botas en-
fanjadas.
Recias botas para aplastar
los pies descalzos
de los obreros pobres.
Esos harapientos de
corazón.
y podridos de brutalidad;
esos hambrientos de
carne estudiantil,
dispararon.
¡Dispararon y mataron!
Una sola bala.
En la bala va la lepra
de la represión colonial.
(Caiga el peso de la jus-
ticia sobre los culpables)
Eso.
En la bala va la sangre,
la carne de Antonia.
(Caiga sobre la carne de
los culpables la venganza)
Eso.
Pero nadie de mis amigos
quiere oirme.
Si lloran;
hipócritas,
pero no quieren oirme.
Me miran con unos ojos apurados
y abiertos como una catarata
de espanto
pero no quieren oirme.
Dilatan sus pupilas como
gigantezcas catedrales
sordas pero sin oídos.
Me dan la espalda
lloran
pero no quieren oírme.
En medio de la jauría
entre perros y policías
ladrando confundidos
me dirijo al pueblo…
sonaron disparos de revolver
muchos acribillados a macanazos,
se desangran sus labios
y sus sienes.
La travesía de tanto
cuerpo herido.
El enjambre de estatuas observando.
Por otro lado
la gorilada de belfos asesinos
continúa sonriendo.
Las carcajadas de anormales
víctimas pasan escupiendo.
¡Tanto esfuerzo y lucha irreparable!
¡Basta solo un instante para
que los cuernos de los brutos
nos mutilen, corten y masacren!
Eso.
Eso!
Cuando llega el dolor,
doblándose tembloroso
a nuestros pies,
quedamos abandonados.
En esta triste hora
llena de luz amarga
llena de humillación,
vamos al verdadero
tiempo de la vida.
Vamos al pueblo.
Al corazón mismo de la patria;
al campesino callado;
al trabajador explotado en la fábrica.
La mano joven:
Llega la hora
como alfileres cronológicos
ávidos de ultrajar la jóven mano estudiantil.
La joven mano
que es vez de libertad.
La joven mano
que es poesía de protesta.
La joven mano
que lucha y trabaja con justicia.
La joven mano
Levantada dignamente
contra las ratas coloniales.
Contra el billetero fornicado;
contra la mentira de los periódicos,
contra la esclavitud de nuestra juventud,
contra el abuso de nuestros pobres,
contra el silencio sepulcral de nuestra iglesia
contra el robo, saqueo y despilfarro de nuestro patrimonio;
contra toda la maldad en la vida.
La joven mano adolorida
castigará con el látigo de la verdad.
Todo este dolor
requiere su final antes
que venga el ocaso de la lucha.
Y juro que mascarán
cada abuso,
cada angustia
hasta envenenarse ellos mismos;
los culpables sufrirán venganza.
Y la mano joven
se levantará…
será tu voz
y grito Antonia.
Epílogo:
¡Vuelve Antonia!
Vuelve a imponer tu
Ardiente silencio.
Invítanos a gritar
y a despreciar a
aquellos que te
silenciaron.
Invítanos a rugir,
y a escupir con sequedad y coraje
aquellas tus palabras
al infausto gendarme:
¡”ASESINO ASESINO ASESINO”!
¡”ASESINOS ASESINOS ASESINOS”!