Desde mi ventana
Cuatro paisajes de soberbia
Interrumpen la monotonía marrón de los ladrillos.
Cuatro caciques de cristal
desgarran el cielo de Harlem
con el silencio de la ira cotidiana
titilando en las pupilas de sus costados.
Cuatro sombras golpeadas de viento
se derraman sobre la urbe isleña
adornando mi mañana
en esta ventana
donde persiste ese pedazo de tierra
que cuelga entre Guayanilla y la 123.