cartografía de un corazón
que este cuerpo añejo
nunca aprendió sus lecciones
por eso trota …por ahí
tanteando caramelos
no recuerda que es viejo
que vivió ajado
y mal teñido…
pero el corazón lo sabe
-discreto-
porque el órgano nació viejo
(y cansado)
forrado de aquella cáscara de tizne y brea…
este corazón que amarraba con bejucos del pozo
se me salía de noche a andar solo
- como si fuera grande-
como si entendiera
como si fuera dueño de los astros del barrio
que se esfumaban al blancor del alba
en el Picacho
y se ponía la vieja batola de la abuela
con peste a mancha de lerenes…
este corazón tan viejo y testarudo
se fugaba las tardes de domingo
para tomar café en una callecita sanjuanera
donde aseguraba que la gente era feliz
o lo intentaban…
ese corazón
ese mismo
que decía que la cortina que tapaba los ojos ciegos de Andresito
era verde
y que por eso Andresito veía la cabeza del monte
desde el Cerro La Marquesa
y que sería maravilloso mirarlo todo en verde
hasta apagar el verde en el hocico del perro de Tanito
- que se llamaba Rojo-
por una estrella escapada que le coloraba el belfo
es que el cuerpo andaba por un lado
y el corazón por el otro
y el corazón se iba arrugando
- a cada instante-
con el grito
con la ausencia de todo lo inefable
aunque allí aparecía Dios o su idea
Dios o su imaginario
explicándolo todo con su famoso misterio
y el cuerpo no atendía
porque el cuerpo solo quería correr
por el filo salvaje de la luz
y tropezar con un enano de circo
-de pronto aparecido-
mientras
el corazón hurgaba el pecho de la mujer barbuda
tan tierno
tan puro
(por irredento)
tan criatura
tan leve
y la veía llorar cada noche
soñando la piel de Marilyn Monroe…
y este corazón
se embrionaba
hasta el silencio más bruto
hasta quedar agónico
silbando…