La ciencia
Dejad la ciencia desplegar sus alas
y remontar su vuelo al infinito:
dejadla que descubra los misterios
de tantos astros de fulgores vívidos
que alumbrando el espacio eternamente
dejan oscuro el pensamiento mío.
Dejad que roce las azules ondas
y penetre del mar en los abismos;
que explore las llanuras y montañas,
las cavernas, los lagos y los ríos,
y en las entrañas de la Tierra busque
los inmensos tesoros escondidos.
Dejad también que ausculte y examine
del hombre el complicado mecanismo;
alumbre la mansión del pensamiento;
llegue de la conciencia hasta el recinto,
y disipe las sombras de la duda,
la ignorancia, el error y el fanatismo.
Dejadla, en fin, que en su triunfal carrera
extienda en todo el orbe su dominio.
que aunque jamás descubra qué es el alma
ni dónde está su inmenso poderío,
yo la proclamo emperatriz del mundo
y de alabanza le consagró un himno.