Palabras
Nací en una isla, Puerto Rico,
toda llena de gracia,
de romance, de amor y de poesía,
de verdor y fragancias,
cielo hecho tierra, paraíso
perdido entre las aguas,
joya de luz, fijada por Dios mismo,
sobre el zafir atlántico engarzada.
¡Esa isla pequeña, pero grande,
esa isla es mi madre y es mi patria!
Luego los huracanes del destino
arrodaron mi barca
a las costas de Texas, y en Laredo
encontré paz, amor, pan, luz y calma,
donde muchos amigos me ofrecieron
en copa de lealtad vino de alianza.
Finqué un hogar que perfumó el cariño
de mi esposa y los hijos de mi alma,
a quienes dejo en testamento lírico,
lo único que tengo: mis palabras.
Palabras que son gritos o sollozos,
suspiros, cuitas, lágrimas,
sentimientos, tristezas, alegrías,
voz de mi sangre, voz de las entrañas,
porque en la vida iniesta que he llevado
al poner en escena mi hondo drama,
como el demente de Elsinor exclamo:
Palabras, palabras y palabras.
Luego extendí mi vista por la América
en busca de horizontes y de albas:
México me dió el vino de su gloria,
de su pasado de epopeyas vastas,
y quiero a ese país como se quiere
un recuerdo entre lágrimas
perfumado de amor y de leyenda,
como a novia romántica y lejana.
Y a la Argentina cuyo tango lánguido
es cual rítmica hamaca
donde se mece perezosamente
el alma de las Papas
y Centro América cinturón de estrellas,
en el vergel del trópico enclavada,
Perú, Colombia, Paraguay, Bolivia,
Cuba, piña y guanábana,
Brasil y el Ecuador y Venezuela,
Chile, Uruguay, Santo Domingo, hermanas
que son un ramillete de epopeyas,
de luz y de esperanzas.
A todas ellas lego mis pensares,
mi voz, mis sentimientos y mis cántigas
envueltos en la urdimbre de mis versos,
voz de mi sangre, voz de las entrañas,
pues como el loco de Elsinor exclamo:
Palabras, palabras y palabras!