Visión Futura
Tercer Premio en el certamen Internacional de “América.”
¡Pobre, menguada humanidad presente
que del amor, que es faro de la vida,
pareces olvidarte é indiferente
miras el bien, mientras el mal se anida
en tu seno profundo
y el vicio impera en la extensión del mundo.
¡Oh, pobre humanidad! Tu frente, al peso
de la carga fatal de tus errores,
verás como se inclina, y el progreso,
en tanto lucirá nuevos albores.
Tras esta noche de ambición y olvido
un día llegará, ¡grandioso día!
en que caerá como de un rayo herido
el secular imperio
de la temible, odiosa tiranía,
y de las sombras rasgará el misterio
la luz del nuevo sol que habrá surgido
del humano progreso en la alta vía!
Todo tu orgullo y todas tus preseas
no han de apagar el resplandor brillante
de las nuevas ideas.
El progreso, triunfante,
con más impulso cada vez avanza,
y al traspasar los mares y los montes
es rayo de esperanza
que abre á su paso nuevos horizontes!
Todo mal en la vida
toca á su fin; el bien únicamente,
que es de los seres eternal egida,
vive perpetuamente!
Así veremos la ambición humana,
fuente de todo mal, caer mañana,
barrida por los vientos bienhechores
de nuevas tempestades
que agitarán los pueblos opresores!
Las nacientes edades,
se bañarán en las corrientes puras
del Jordán del amor y la harmonía,
y un vivo sol de paz y de venturas
prodigará sus besos de alegría
á las razas futuras!
No podrán las naciones
expansionar sus locas ambiciones
ni hacer ostentación de fuerza y brío,
que ya la ronca voz de los cañones
no atronará el vacío.
El golpe del martillo, en la faena
sobre el yunque será quien sustituya
el ruido del cañón que el aire atruena.
Máquina que destruya
la vida de los seres no habrá entonces;
á su fin tocará la absurda guerra,
y espadas áureas y vibrantes bronces
objeto no tendrán sobre la tierra.
La ley cumpliendo del trabajo honrado,
los seres todos, en común ligamen,
del Dios de lo creado
respetarán el bienhechor dictamen.
Con el sudor honrado de su frente
cada ser ganará su pan; su fruto
la madre tierra con amor creciente
dará al que rinda su mejor tributo
á la ley del trabajo, reverente!
La fuerza evolutiva
del progreso moderno
su afán de nueva orientación activa,
y, como el sol de las brumas en invierno
rasga, y más bello su esplendor levanta,
mientras al beso de su lumbre de oro,
el aura gime, la avecilla canta,
y es más gallardo el matutino coro,
las brumas rasgará la luz potente
del progreso bendito,
y el hosanna triunfal de nueva gente
los lindes llenará del infinito!
Sólo miseria y duelo
y tristezas do quier dejó la espada
en el mundano suelo
por la ambición sin límite impulsada.
Mañana, el hombre que á la luz despierte
sólo el trabajo estimará. La guerra,
—ese sombrío engendro de la muerte—
no ha de ser el amparo de la más fuerte;
la paz será en la tierra,
y el amor, la igualdad y la armonía
serán también…aunque en lejano día.
El alma humana por la lucha herida,
de verdad anhelante y de ventura
el dolo al ver de la presente vida
es preciso que piense en la futura.
No hablemos ya de la pasada gloria
á los jóvenes pueblos del presente,
que de los heroísmos que la historia
nos recuerda elocuente,
nunca serán intérpretes gloriosos
esos pueblos de hoy….esos colosos….
El heroísmo de la vieja Roma
que venciera á Cartago ya no existe;
un imperio tras otro se desploma:
¡Sólo la ley de evolución persiste!
¿Quién ya el valor imita del ibero
al realizar proezas, las mayores
quizás del mundo entero?
¿Quién sustituye á aquellos luchadores,
que de épocas remotas
en los sangrientos días,
al golpe de sus lanzas vieron rotas
las cadenas de odiosas tiranías?....
¿En dónde están los ínclitos laureles
de la gloria de hoy….¿quién los esconde?
—“Todos son para mí”—la voz responde
del interés, oculta en sus cuarteles.
Tal es la ley de evolución eterna:
en la rodante esfera de la vida,
todo brilla y alterna
sin que se oculte á la fatal caída.
¡Sólo la santa, bienhechora idea
de amor y de justicia,
no languidece: en marcha gigantea,
la maldad despreciando y la codicia
de un futuro mejor finge á lo lejos,
á través del cristal de la esperanza,
radiaciones de espléndida bonanza
y de la paz los vividos reflejos!
Rebosante de anhelos infinito,
su fe oponiendo á innecesarios ritos,
en vuelo sorprendente,
recorrerá los pueblos, las naciones,
los templos, las ciudades
del antiguo y del nuevo continente,
á otras generaciones
mostrando las futuras claridades!
Tal será en lo futuro
la vida de los seres. ¡Dulce vida,
que en mis locuras de poeta, auguro
de inmarcesibles lauros florecida!
¿Serán estos empeños
desequilibrios de la mente mía?
¿Será que mi alocada fantasía
en la hoguera se abrasa de los sueños?
¿Será que el raudo pensamiento mío,
al remontarse airado,
á impulsos de quimérico albedrío
delira, como un loco que, exaltado,
todo lo vé caótico y sombrío?
No lo sé! Pero en medio al desaliento
en que mi joven corazón se anega,
tiendo la vista al porvenir y siento
secreta voz que hasta mi alma llega,
y me habla de un mundo imaginario
donde el amor impere magestuoso;
¡de un mundo igualitario,
como el soñado por aquel glorioso
varón crucificado en el Calvario!
Mundo de amor y paz; que en él conviva
la humanidad en fraternal arrullo;
sin ese odio que altanero priva,
sin ese vano orgullo
que en la vida separa
con estoica frialdad á los humanos,
sin comprender en su actitud ignara
que todos somos en el orbe hermanos!
Vida del porvenir, vida futura:
cuando mi hermoso sueño se convierta
en dulce realidad, en fiel ventura,
¡esta generación ya estará muerta!
Otros seres serán los que la herencia
recojan del amor que predicamos
los que hoy el alma sin calor llevamos
por el pálido erial de la existencia.
Quizá en el fondo de la tumba fría
de nuestra huesa animará los restos
del himno de alegría
con que otros seres, plácidos, enhiestos,
sereno el corazón, tranquila el alma,
sin odios pasionales ni rencores,
celebren con placer la dulce calma
de una vida feliz, llena de amores.
En tanto, aplaca, humanidad, tus iras;
patria del hombre el Universo sea;
que proclamen la paz, todas las liras;
que al servicio del bien, siempre la idea
de amor y caridad se muestre en pleno,
recordando el esfuerzo temerario
de aquel que por labrar el bien ajeno
sufrió los sacrificios del Calvario!