Aprojimidad
Lancé un grito en la calle.
Nadie escucha los gritos de nadie.
Todos gritan, nadie escucha.
Volví a lanzar mi grito.
-esta vez uno temerario.
“Aprisa, aprisa, aprisa voy;
hacia mis soledades.”
Fue el grito que vi en sus ojos
(grito de nadie).
A viva voz, a viva voz se vive:
Codo con codo,
Talle con talle.
Muralla humana viva,
muralla humana viva en la calle.
Esta vez volví a salir.
Mi voz se oyó de balde.
Solamente un can movió su cola;
Ése fue el detalle.
Mientras haya perros
agonizando en las esquinas
no habrá tiempo para el amor.
Los perros se multiplican;
el amor se divide,
se paraliza.
Conozco una isla
Donde esto sucede a diario
Y la agonía prolifera.
Porque murmullo diario
Ahogan las cosas mínimas
-el lujo, el deporte, la acción-
La vida vivida y sentida.
Conozco una isla
donde los perros se multiplican
Y la acción se paraliza.
Porque ahí muchos perros
agonizan en las esquinas.