Canto al hablar puertorriqueño
“Virgen de Nazareth, Dulce María,
al hijo de mi amor clemente ampara”;
dijo el poeta José Mercado “Momo”
al cantarle a la lengua castellana.
Yo hoy le canto al hablar puertorriqueño
que con celos lacteó la Madre España.
¡Aleluya señor! Amo esta lengua
que por ser española es de mi patria;
la que aún reza con ella a Jesucristo
desde que el genovés se aventurera
intrépido a cruzar con sus navíos
el Atlántico mar, y en sus hazañas,
a nombre de Isabel y Don Fernando,
en su viaje segundo la encontrara.
¡Aleluya a ti mi Puerto Rico!
¡Aleluya a la lengua castellana!
Vino a América indígena el lenguaje,
que el todo poderoso también habla,
y de Iberia fué el Nuevo Continente
con la descubridora caravana;
el léxico castizo de este mundo
prendió en José Martí su “Rosa Blanca”;
por Castelar nos dió a José de Diego,
iluminó a Rubén en Nicaragua;
se dió al Libertador Simón Bolívar,
guerrero que aprendió en la Madre Patria
amarla como amaba a Venezuela
que al fin la emancipó con cuatro hermanas.
¡Aleluya a las hijas de la iberia
península ancestral de heroica raza!
Se viste de belleza y de sonidos
al suave articular de una guitarra,
cuando rasga unas cuerdas el artista
si en sostenido aragonés nos canta;
más bello es el lenguaje todavía
en versos de pasión enamorada,
cuando le llora el poeta a su doncella
con la intangible cítara del alma.
¡Oh, léxico inmortal del Siglo de Oro!
Con su luz destelló en la parnasiana
cúspide cultural del Nuevo Mundo
con la Décima Musa mexicana:
Sor Juana Inés de la Cruz con sus dioses
mitificar a la asteca Nueva España,
lucero universal es de Poesía,
y del culto diocesano que consagra.
¡Aleluya al Parnaso americano!
¡Aleluya a la lengua castellana!
Del ingenioso hidalgo de Lepanto
nos llegó Don Quijote de la Mancha;
Sancho Panza aún camina por las calles
de este mundo que es suyo y Sancho -- panza --
sigue siendo en la América latina
la austera personalidad de España.
¡Aleluya a la fiesta del idioma
en tributo a la quinta centenaria
odisea del gran descubrimiento!
¡Salve alados repiques de campanas,
que en los templos de Dios hay homilías
con cantos de las fuentes de Castalia!
Yo le canto a mi hablar puertorriqueño
con la ausencia castiza del que no habla,
como yo que pronuncio el caribeño
conversar de la tierra de Agüeybana;
que español comoquiera ese lenguaje
es el nuestro -- per sé -- por la entrampada
odisea de Colón el Almirante,
que en ombre de los Reyes de Granada
lo trajo y lo extendió desde el Caribe
a la plural región americana.
lenguaje que por mor del Nuevo Mundo
los pájaros del sur y el norte cantan;
lo pían las gallines de mi tierra,
y al rayar rosicler las alboradas
los gallos que vigilan los corrales,
al cantar español baten sus alas.
¡Aleluya al hablar puertorriqueño!
¡Aleluya a la lengua castellana!
Cervantes, Unamuno, García Lorca,
trinomia exornación de la palabra;
con otro centenar de ilustres hombres
prolijo de citar la lista larga;
llegaron a la América latina
con una enciclopedia diosesana; (sic)
José Ortega y Gasset frente a su siglo
soñó en revolución entre las masas;
José Santos Chocano con Vallejo
hijos son de la lírica peruana;
la vestal del sol inca sigue siendo
Santa Rosa de Lima quien se aupara
más allá de la cime de los Andes
y de Roma volvió beatificada.
¡Aleluya a la hispánica grandeza,
con ribetes de lengua castellana!
En jalón del Río Grande a Patagonia
los indígenas incas y los mayas,
guaraníes, aztecas y mambíes,
con tainos caribeños y araucanas
ecuestres guerrillas de patriotas
otro hispánico mundo sin España
libertad conquistó y la monarquía
al estilo de Grecia la espartana
se afincó en el Caribe y Puerto Rico
entre todas las Islas antillanas
fué cangeado en el siglo diecinueve
a norteña potencia americana;
el bizarro cantor Rafael Hernández
que hoy reposa en su cuna aguadillana
le cantó su “Lamento Borincano”
y lo siguen en llanos y montañas
“jíbaros” trovadores que no cejan
en cantarle a la patria borincana.
¡Aleluya al cantar puertorriqueño!
¡Aleluya, oh, vihuela castellana!
De la taina o Caribe toponimia
renace la cultura borincana;
un cúmulo de voces y vocablos
van y vienen de atmósferas sonadas;
con los poetas José Gautier Benítez
y el que fué “Caballero de la Raza”
titular patronímico que un día
por su verbo lo trajo desde España;
con la toponomástica aún retumba
el vate Luis Lloréns de nuestra patria,
monarca de lo “jíbaro” a quien nadie
en “Cano a las Antillas” igualara;
y el príncipe-negroide Palés Matos
además de boricua y de tex blanca,
se tortolizó de “Majestad Negra”
con trabalengua poético-africana.
¡Aleluya a los aedas de mi tierra!
¡Aleluya a la enseña borincana”
Léxico cervantino o quijotesco
con filólogos maestros de avanzada
academia mundial como Andrés Bello;
Teresa de Jesús, mística y santa,
con San Juan de la Cruz su confesor;
Juana de Ibarbourou la uruguaya,
y Rosalía de Castro la gallega,
con la Pardo Bazán la cubana
Gertrudis G. Avellaneda, gran poeta;
al idioma le dieron vida y alma,
cual Gabriela Mistral, Pablo Neruda,
Miguel Angel de Asturias -- Guatemala --;
el colombiano Gabriel García Márquez,
cuatrienio de academia novelada;
prestigios de América latina
que ostentan el Nóbel por justa fama.
¡Aleluya a esos grandes de la lengua!
¡Aleluya a la herencia castellana!
De prolíferas voces cervantinas:
Pedro Henríquez Ureña en la Primada
ciudad del Continente americano,
y aquel sabio de cuna ecuatoriana;
Juan Montalvo el artífice de Letras
cuyo nuevo Quijote eslabonara
la indígena cadena de caciques
el ibérico ayer que fué de España.
Dos sapientes gigantes del idioma
como aquéllos de la era shakesperiana:
Domingo F. Sarmiento el argentino,
con el otro de estirpe borincana,
Eugenio María de Hostor con su Hamlet
que al decir de André Bello el de Caracas,
legaron su pensar al Nuevo Mundo
y una escuela normal dominicana.
El indio de Atahualpa y Vasconcelos,
son titanes de historia literaria;
el indio de Atahualpa en el Perú,
José de Vasconcelos de bizarra
impertérrita tierra de patriotas
con glorias (In-Excelsis) mexicanas.
¡Aleluya Señor! ¡Salve esta lengua
con su hispanica herencia castellana!
De entre tantos luceros una estrella
de lo Alto descendió una madrugada;
Polimnia la llamó Julia de Burgos,
la bautizó su reina borincana;
se maritó con “Río Grande de Loiza”,
y en romances de amor se echó a sus aguas;
fué su linfa bañada de poesía
y en requiebros de luz una mañana
fué al norte a buscar su útlimo número
y la luz sin saberlo se le apaga;
su nombre seguirá siempre brillando
con el de tantas poetas parnasianas;
todas ellas le imparten al idioma
nuestro orgullo en los rumbos de la patria.
Soy padre de dos hijas extranjeras
de mi tierra de origen y ellas hablan
nuestro vernacular -- diz que -- hujo mío,
y de él ellas también las dos hermanas;
legado de lo hispánico vigente
que del alma de un poeta así reclama:
“Virgen de Nazareth, dulce María,
al hijo de mi amor clemente ampara”,
¡Oh, quinto centenario colombino!
¡Aleluya a la lengua castellana!
Arroyo, Angel M. "Canto al hablar puertorriqueño." Primer Certamen Internacional de Poesía de Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico, March 1988.
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