Torre de marfil
La dulcedumbre de mi hogar querido
presta luz y claro al alma mía
y al contemplar sus muros, tenue oigo
como un batir de alas y de rimas....
Pienso en ti, en tus cándidos anhelos,
al escribirte estas quimeras.—Mira,
yo creo que es preciso, que debemos
cambiar esta quietud que nos cobija
por esos valles y por esos pueblos
que mi soñar y tu reír animan….
¿Sabrá tu corazón, igual que el mío,
oír el llamamiento que convida
a la eterna mudanza de lugares,
y a luchar por el triunfo nos incita?....
¿Habrás tú acaso, como yo sentido,
al mirar extasiada una marina
que hay algo misterioso que nos llama
y en sus aguas y fondo se divisa?....
¿Habrás tú oído, por algún instante,
una voz muy amable y persuasiva
que nos alienta y nos induce siempre
a realizar empresas atrevidas,
diciéndonos: “Vibrante en los deseos,
no sentís de la gloria la infinita
ansiedad? Es su acento ese que vuela
de las playas lejanas en la brisa!....
¡Tened valor! Para las almas fuertes,
no puede ser que el imposible exista!”
Si tu fueras vidente de estas cosas
pronto esta casa viéramos vacía!
(Esta casita bella que no es nuestra)
Uno creas, mi bien, que se me olvida,
el que puedo perder ¡ay! para siempre,
la paz de una existencia tan tranquila.
A veces imagino, ¡no sé cómo!,
que me es muy pronta, muy cierta, la partida,
me figuro que estoy ya despidiéndome
de las tibias penumbras sugestivas
en que me refugié por tantas veces
a soñar mis estrofas indecisas.
Un sentimiento entonces me anaconda…
¿Qué hacer de tantas cosas tan bonitas?
¿A quién le tocará poner violetas
en ese violetero que está encima
de la mesa de estudio?... ¿Quién entonces,
verá de tantas flores la sonrisa,
cuando florezcan los rosales blancos
y los tonos nupciales de la orquídea?
¿Quién llorará por mí en ese piano,
que consecuente a las tristezas íntimas
a Beethoven nostálgico cantaba,
a Chopin dedicado prefería?...
¡Ah, yo presiento bien que al alejarnos,
muchas cosas muy bellas pasarían,
pues el hogar encierra en su mutismo
las huellas de las épocas vividas….
—¿Y tú, feliz mansión que luengos años
alentaste en mi ser la fe más viva,
sabrás contar con voces el ensueño
lo que fuiste por mi? ¿lo compasiva
al hacer de un erial fértil oasis
y las Turris Aebúrnea que en ti había?...
Si al alejarme puedo hablar de triunfos,
ten por seguro que he de hacerte mía
mas, si en lucha infeliz con el destino
veo en la sombra mi ilusión perdida
y retorno doliente de ese viaje
y el pesar se acreciente ante tu vista,
¿encontraré en tu pétrea arquitectura
un gesto de piedad para mi vida?
¡Si tu regazo maternal encuentro,
al perdido ideal olvidaría!
Cadilla de Martínez, María. "Torre de marfil." Antología completa de poetas portorriqueños: Los nuevos, edited by Carlos N. Carreras, vol. 3, Puerto Rico Ilustrado, San Juan, 1922, p. 19, Colección Puertorriqueña, Biblioteca Lazaro, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras.
Rights: Public domain