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The Puerto Rican Literature Project The Puerto Rican Literature Project

English translation coming soon.

¡Qué noche tan larga...

Fernando Ramón José Galo "Ferdinand" Cestero Cestero

1922

La noche está triste:

la noche tranquila; desierta la alcoba;

y una bella mujer en la sala

disipa su angustia leyendo ella sola.

 

El reloj, que ha marcado la una

en su esfera redonda,

interrumpe el silencio apacible

con el leve tic-tac de las horas.

 

Abierto está el piano;

y la bella mujer soñadora,

de leer ha cansado sus ojos,

y el libro abandona,

que va de sus manos rodando a su falda

y va de su falda rodando a la alfombra.

 

En un vaso de fina bohemia

doblando su tallo se inclina una rosa,

y en el rojo cojín de damasco

que un sofá de la sala decora

el gato dormido parece una mota.

 

El piano la cansa y el libro la hastía,

se siente agitada y está muy nerviosa,

el más leve ruido la exalta y la inquieta:

se encamina al balcón, y se asoma;

se frota las manos con un desespero

que a ella misma la asusta y le asombra,

no sabe, no encuentra, con que distraerse,

y vuelve a la sala, muy triste y muy sola.

Torna al mismo sillón, y se sienta

con la frente poblada de sombras;

piensa en las horas felices…y exclama:

—¡No sé lo que haría si fuera una loca”!

 

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Los hombres no saben

lo que es el desvelo

de una bella mujer angustiada

que siente una duda clavada en el pecho!

 

Su espíritu erratil

se va muchas veces tan lejos, tan lejos!

que buscando otro amor de su vida

acaricia un infiel pensamiento.

 

¿Habrá quien olvide lo santo y lo noble,

la tímida alondra de cándido pecho,

por carne de orgías

en una subasta de impúdicos besos?...

 

Y en tanto, la bella impaciente

se mece en la sala con un balanceo

que le imprime al sillón, donde sola

se entrega al reclamo de sus pensamientos,

y rebusca en el fondo del alma

detrás de una rima…la flor de un recuerdo.

 

Parece que reza, parece que llora,

parece que, a ratos, recita unos versos….

y queda un instante como ensimismada

en u n vago ensueño.

 

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No saben los hombres

lo que es el desvelo

de una bella mujer que está sola

pasando un balance de amor por su pecho!

 

Empieza borrando a la cifra que suma

mentidos amores y falsos afectos.

 

Ve nombres escritos que nada le dicen:

ve un gran cementerio

que a solas recorre

y en su aturdimiento

tropieza con uno, que apenas pronuncia

temblando de miedo,

y entonces, ¡entonces!....llorando se dice:

“Hay muertos que viven, y hay vivos ya muertos”!

 

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¡Qué noche tan larga!

¡Qué triste y cansada me siento!

Ya he debido habituarme a estar sola.

 

Ya van tantas noches que sola me quedo!

Y al fin, temblorosa, como una sonámbula

que va caminando con ojos abiertos,

penetra en la alcoba;

destrénzase el pelo’

desciñe la bata de encajes plisados

que marcan las curvas de todo su cuerpo,

y viste la clámide

que llama ella misma “su ropa de sueño”,

pero antes contempla su rara hermosura

delante del fino cristal del espejo,

y palpando sus carnes floridas,

y echando a sus plantas el túnico bello,

se vió más hermosa que Safo y Elena,

que Ofelia y Atala, que Aspasia y que Venus.

 

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Nupcial es la cama

y es amlo su lecho;

mas, viendo a su lado, después que se acuesta

tan ancho vacío detrás de su cuerpo,

lo llena ella misma

con sus pensamientos….

 

Y ya no está sola. Palpando la sábana

se escucha en la alcoba como un aleteo;

y hablando en la sombra

no sé con qué frases de lírico acento,

extiende sus brazos

y finge que roza su cuerpo a otro cuerpo…..

 

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En tanto amanece;

y aún reina en la casa profundo silencio:

la sala vacía;

la rosa en el vaso, y el libro de versos

tirado en la alfombra, como si llorara

la virgen poesía delante de un muerto!

 

En la calle que está adormecida,

se sienten los ruidos que llegan de lejos,

y en el fino cojín de damasco

despiértase el gato y enarca su cuerpo.

 

¡Su alcoba está triste!

nada turba el profundo silencio.

Ella siente un extraño vacío

en lo más escondido del pecho:

¡terrible vacío que llena ella misma

con sus pensamientos!

 

¡No saben los hombres

lo que es el desvelo

de una mujer bella que está sola,

y en el soliloquio de un largo fraseo,

rebusca en el fondo marchito del alma

detrás de una rima la flor de un recuerdo…

 

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….La luz de la aurora

la sorprende tendida en su lecho.

Parece un marasmo

el divino sopor de su ensueño.

Una vaga visión le deslumbra

que quisiera acercársela al pecho,

va a abrazarla en la sombra… y llorando

se duerme con los brazos abiertos!

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