Renglón silencioso
Ruge en la cercanía tu voz en el mar.
Oigo a la distancia tu gemir en mi mar.
Añoro tu sutil tacto sobre la piel
Turgente ante el cálido aliento y tu ser.
¿Me extrañas tanto como yo a ti?
Ambos vivimos en un renglón
sin música para entonar, donde el rugir
ni el gemir se perciben en el silencio.
¿Qué no he de lastimar ni con un halo de ayer?
Rugen las olas en la marejada de nuestra tempestad.
El recuerdo centellea con brisas salitres y sofocantes.
Hoy, el delirio pasajero y agobiante, soslayado va.
¿Te extraño tanto como tú a mí?
Llevo tus huellas en la memoria de la piel.
Tú, llevas la lisonjera caricia
que sin rasguños, en el silencio estalla.
Ese roce resalta la fugacidad del hoy.
Estás huidizo durante la rehuida velada.
No te desprendiste de mí, a ti no renuncié.
Hoy, en el ocaso de los pechos y la flacidez de la piel
el ansia de amarte no abandona mi ser.
¿Nos extrañaremos igual?
Tus ojos esquivos confirman tu aflicción.
Vivimos el recuerdo y la pasión,
la ansiedad y el dolor de una vida
que ya, en otros brazos, nos abandonó.