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English translation coming soon.

La mujer

José Antonio Daubón

1900

A mis queridas amigas C. y R. C.

 

    Ya que en el antiguo libro

donde conservo mi historia

una graciosa memoria

habéis puesto para mí:

justo es que la lira mía

deje un momento el olvido

y os lleve en grato sonido

la gratitud que aprendí.

                 -----

       En otro tiempo sus cuerdas

me daban notas sonoras,

cuando volaban las horas

 de mi ventura fugáz;

mas hoy que la edad y el tiempo

rompieron mis ilusiones,

solo débiles canciones

en sus cuerdas puedo hallar.

                -----

       Pero así, débiles, mustias

tal vez sin gratos olores

hoy os ofrezco las flores

que arranco de mi laúd:

para probaros con ellas,

que de la ansiedad la palma

si se cultiva en el alma

dá flores de gratitud.

              -----

      Voy pues a grabar en versos

una lección cariñosa;

página que os lleve ansiosa

Un recuerdo de mi ser,

Y os diga, cómo es que pienso

Acá en mi númen fogoso,

Sobre ese ser misterioso

Que se llama La Mujer.

              -----

     ¡La mujer! Su nombre solo

llena la historia del mundo;

ella es el árbol fecundo

que Dios puso en el Eden,

y en ella está vinculada

la desgracia ó la ventura,

el placer ó la amargura,

todo el mal ó todo el bien.

                -----

    Ella es la madre del hombre,

la que le da su cariño 

y le inculca desde niño 

ideas de amor y bondad;

sin ella no hubiera dicha

que el hogar constituyera,

ni su familia existiera,

ni fuera la sociedad.

            -----

      Pero aquí os hablo sin duda

de ese ser que me enagena,

de la mujer, dulce, buena,

nó de la mala mujer.

la primera en Dios se inspira

y su rumbo sigue al cielo,

la segunda en torpe vuelo

se lanza hasta Lucifer.

            -----

     A esa segunda mi labio

para cantarla está mudo,

que mi lira nunca pudo

jamás el vicio ensalzar;

ni producir gratos sones

para ese ser inconsciente

que lleva escrito en la frente

el desprecio universal.

             -----

    Mas la mujer virtuosa,

la que su misión comprende,

la que en nuestro pecho enciende

sagrado fuego de honor;

esa el mundo civiliza,

la humanidad regenera

y reparte por la esfera

el bien, la dicha, el amor.

               -----

     Para ella mis cantos vuelan

entre mágicas visiones,

forjando nuevas creaciones

entre nubes de zafir;

porque en ella miro ansioso

para la infancia querida,

 el gérmen de nueva vida,

de un risueño porvenir.

             -----

       Ella es la madre amorosa

que vela cabe la cuna;

ella cuenta una por una

 nuestras horas de pesar;

y con su cariño eterno

sabe enjugar dulcemente

alguna lágrima ardiente 

que vé rápida cruzar.

            -----

       Ella el corazón nos forma

nuestras acciones dirige

y hasta nuestros pasos rije

por el camino del bien;

por eso jamás un pueblo

será feliz, en lo humano,

si no forma el ciudadano

la mano de la mujer.

             -----

      ¡Oh! La mujer virtuosa

que en el fondo de su pecho 

sabe unir en lazo estrecho

modestia, honor y lealtad,

esa es el iris divino,

del hogar la blanca estrella

y la página más bella

que guarda la humanidad.

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