¡Mens Agitat Molem!
A la entusiasta
Ciudad de Ponce
con motivo de la
Féria-Exposición de 1882
¡Ponce, la luz que en fúlgida corriente
Marca del siglo su triunfal jornada,
Viene también á coronar tu frente
Con el regio esplendor de una alborada!
Yo te contemplo y al calor suave
Que en tu contorno brota,
Estremecer me siento cual el ave,
Que las delicias matinales nota,
Y desde el fondo de su nido envía
Tierno saludo al incipiente día!
¡Yo te saludo así, ciudad hermosa!
Que sí mi labio pudo
Indiferente y mudo
Permanecer ante el orgullo humano,
Ante el destello seductor del oro,
Ante la fuerza y la ambición; en vano
Intentara callar, cuando un acento
Poderosa explosión del sentimiento
Que al corazón agita,
Surge y celebra al genio en sus victorias,
A la Patria en sus glorias,
A la sublime libertad bendita!
Y génio y Patria y libertad imperan
En el grandioso empeño
Con que tu voz concita
A noble justa al pueblo borinqueño!
¡Lucha feliz! ¡espléndida contienda
Sin los furores del sangriento Marte;
Lucha en que sólo privará en la tierra
La incontrastable magestad del arte!
¡Y cuál acuden á tu voz amiga
En inmenso tropel! Aquí reunidos
En serie previsora,
Los mil productos de la industria veo;
Allá los que atesora
La tierra bien hechora
Al rico beso del amor febéo;
Allí, del arte, siempre delirante
El enseñar fecundo;
Acá la ciencia, eterno escudriñante
Del sólo verbo que redime al mundo!
Y por doquier la rueda que voltea,
El rayo audaz entre cristales preso,
La nube de vapor que al aire ondea,
La materia animada por la idea,
El triunfo sublime del progreso.
¡Oh mi patria feliz! de esa manera
La mente embebecida
En sus dulces ensueños te forjaba!
¡Así! la frente del laurel ceñida
Y entretejiendo al manto
De lirios y palmeras
Que en tus vírgenes hombros resplandece
Las preciadas coronas del acanto!
No basta, no, tu indescriptible encanto;
No basta, que, cual otra Citeréa
Hija del agua, de la luz, del viento
Te brinde el mar su primoroso canto,
Su más puro arrebol el firmamento!
Rauda, pronta, veloz, como impulsada
Por récio torbellino,
La humanidad avanza á su destino,
Y es preciso seguirla en su jornada
O sucumbir en medio del camino!
Por eso ayer, cuando miré regado
El surco del arado
Con el sudor de la abatida frente
Del esclavo infeliz; cuando potente
Se alzaba la avaricia
Sofocando la voz de la justicia;
Cuando ví, cual secuela desdichada
De la impuesta ignorancia, la miseria,
Sombras llevando en la pupila helada,
Sangre incolora en la marchita arteria.
Temblé por tí, mi Borinquén hermosa,
Y te besé de mi alma en lo profundo
Con la misma ternura con que besa
La madre amante al hijo moribundo!!
Mas ah! como renace
De la vida lleno y de verdor el suelo
Cuando la luz primaveral deshace
En monte y valle la prisión de hielo
Que el aterido invierno entretegía,
Y el torrente prosigue su camino,
Dá sus dulces misterios la enramada,
La flor su aroma, el pájaro su trino,
Y son cielos y bosques y florestas
Plácido albergue de nupciales fiestas,
Así también el génio se engrandece,
La Patria un rico porvenir vislumbra,
Las artes brotan, muéstranse las ciencias
Cuando la ansiada libertad alumbra
Con sus bellos fulgores las conciencias.
¡Tú lo sabes, oh Ponce, y al ejemplo
De la vestal activa,
Que con perenne vilancia aviva
El sacro fuego en el augusto templo,
Buscas, inquieres, llamas
Con incansable afán cuanto al progreso
Humano se eslabona,
Y lo acoges después y lo derramas
De Borinquén en la fecunda zona!
Así nacen y crecen y prosperan
Los pueblos varoniles
Do génio y patria y libertad imperan!
Así logró triunfar de las edades
Y en el arte palpita, y en la historia
El alma de la Grecia!
Así también al universo asombra
En la orilla del Hudson caudaloso,
Ese pueblo coloso
Donde vaga de Washington la sombra!
Rafael del Valle
(puertorriqueño)