Sinfonía helenica
¿El amor?... Lo que sonríe;
lo que canta; lo que sueña…
Lo que tiene para el alma una caricia
que hasta el yermo del dolor emprimavera…
Lo que pone en cada mente un par de alas
y una pátina de sol en cada idea…
El objeto de la vida;
La razón de la existencia…
¡El amor!... ¿Quién no conoce
sus canéforas,
las que pasan conduciendo su vendimia de ilusiones
y en los labios deshojada la blancura de una estrella? …
¿Quién no ha visto sus divinas alboradas
ni ha escuchado gorjear sus oropéndolas? …
¿Quién no ha probado sus filtros?...
¿Quién no aspiró sus esencias? …
¡Es el alma de las cosas! Dad los ojos
a los múltiples parajes de la gran naturaleza;
penetrad en el misterio
de los ritos palpitantes que celebra:
en los tálamos ingenuos de los nidos,
en la idílica atracción de las moléculas,
en los breves himeneos de los gérmenes
con la luz auricolora que los besa,
en los ritmos de la savia
cuando erumpe en la lujuria de las yemas,
en los almos natalicios de las aguas
que no rasgan el regazo en que se engendran,
en la ufana paganía de la rosa,
en la blanca beatitud de la azucena,
en las dulces pastorales de la brisa,
en las tardes, candorosas como églogas,
en el coro de armonías siderales
que el armónium de la noche se concierta…;
penetrad en esos ritos
con los ojos fulgurantes del poeta:
y hallaréis que todo vive
¡porque en todo está el amor como una fuerza
Que es el pólen fecundante de los mundos
Y la forma primordial de la materia!...
Cuando él nace en las criaturas,
los latidos de la sangre se aceleran
y una música optimista de emociones
de los trémulos sentidos hace orquesta…
Y la vista que anhelante busca flores,
donde quiera que se posa las encuentra;
Y el oído se estremece
porque escucha la canción de las quimeras;
y la carne
siente labios incorpóreos que la besan,
y un sabor, semi inconsciente, de manzana,
y un levísimo perfume del jardín de Citerea…
Cuando el alma, como un pájaro
por azules infinitos canta y vuela;
cuando cree y se arrodilla
y la orobia susurrante de su alado rezo quema;
cuando forja los cristales de sus lágrimas
conmovida por las lágrimas ajenas;
cuando baja a las entrañas de lo ignoto
con su afán inextinguible por linterna;
cuando va como una mística sonámbula
tras los iris en que rompe sus prodigios la Belleza,
¿qué hace el alma?
¿no es que ama? ¿no es que sueña?
¡Almas tristes! ¡Almas solas!
Solas, tristes, como tórtolas enfermas;
Consumidas por las ansias de los besos imposibles,
Fatigadas de aguardar lo que no llega…
Almas pálidas, exangües; de volar, enfebrecidas;
De callar, martirizadas; de ayunar, ultraterrenas;
Mariposas siempre lejos de la lumbre;
Lirios mustios de beatíficas ofrendas…
Almas pálidas, exangües, de volar enfebrecidas;
Remansinas, selenescas…,
Perfiladas entre un gesto de Cecilia
y un ensueño de Teresa…,
¿quién no sabe vuestra angustia?
¿quién no sabe que no amar es vuestra pena?
¡Sí! : no amar es una angustia
de agonía, de impaciencia…
Un vacío que se siente a nuestro lado,
una présaga penumbra que nos cerca…
El desvela de unas playas entrevistas
en países melancólicos de ausencia…
Es tener en los jardines interiores
muchas flores cadavéricas,
muchos nidos rotos,
muchas fuentes secas…
Es llorar sin que las lágrimas acudan
A los ojos envidriados de tristeza…
Es sentir junto a las sienes el latido
de un anhelo que el espíritu silencia,
y en los labios una sed que los desangra,
y en la carne unos martirios que la queman…
El amor es la alegría;
la ilusión, de arcoirisada floresencia
Es el canto de las ninfas-esperanzas,
En los lagos celestiales coronándose de perlas…
Es el ánfora del vino de la Vida
levantada por la hermosa juventud, de sueños ebria…
Es el hilo ritmoroso que la flauta
del dios Pan en los espíritus enreda…
El amor es la mañana en el Oriente;
en las cumbres, la visión de una promesa;
el laurel, en los misterios del Futuro,
¡y la Gloria, entre los brazos de la Virgen Predilecta! …
¡Infelices los que nunca,
Por los campos que enguirnalda la Quimera,
Despuntaron una lanza en holocausto
de una real o presentida Dulcinea!
¡Infelices los que nunca hayan colgado
una escala de canciones del balcón de una Julieta,
ni prendido a los armiños conventuales
el clavel de una aventura donjuanesca ¡ … :
¡que la vida sin amores no es la vida!,
¡que el amor es el encanto de la tierra!
¡Sol eterno! ¡sol de oro!
Padre de la Primavera ;
melodía de los Cielos;
halo de la Gracia Eterna !...
¡Oh amor, amor! Nunca, nunca
dejes mi alma soñadora de poeta!
Sin tu aliento, mis cantares
grito agónico de cisne sólo fueran,
¡que las almas, cuando tú las abandonas,
Quedan frías, como muertas!
¡Sol eterno!, dame siempre tus calores
y habrá siempre miel sonora en mis colmenas,
laborada con perfumes de tus rosas
por las alas de mis líricas abejas!...