Gestos
LOS QUE LLORAN
Son los grandes caídos, los desnudos, los pálidos;
los que llevan prendida en el alma una cruz;
los que ignoran la música del riachuelo y del bosque,
y la luz y el aroma de la bóveda azul.
Los que no tienen flores; los que ya no suspiran;
los que están bajo el palio de enervante quietud;
los que gimen y rezan ante oscuros altares;
los que no tienen alas, los que no ven la luz.
LOS QUE ESPERAN
Son los mustios, los pocos, los tranquilos, los crédulos;
los que todo lo esperan del fatal más allá;
son los mansos que forman la pueril caravana
que anda, y anda, y anda, para nunca llegar.
En los mismos altares los sorprende, día y noche;
bajo la misma tienda comen el mismo pan,
hasta que el Desengaño rasga la densa túnica
y el cuadro les presenta de dura realidad.
LOS QUE AMAN
Son los dueños del mundo; son las almas radiosas;
son las arpas que cantan sonatinas de amor:
es el cielo su cámara; su deleite, el paisaje;
la montaña, su templo, y su imagen, el sol.
Colman de placidez a las sufridas almas
y todo lo saturan de fiebre y de emoción:
ellos son los que escancian el licor de la vida;
son las cuerdas que vibran en la lira de Dios.
LOS QUE LUCHAN
Son los hijos de Júpiter; los de brazo robusto;
los de espíritu heroico, resistente y feroz;
los que embisten, y pegan, y avasallan y triunfan
sin temor, ni a la nieve, ni a las iras del sol.
Son los bravos, los fuertes, los de lanza y escudo;
los que quiebran la rama; los que tronchan la flor;
los de vuelo de cóndor y ritmar de tormenta;
los de zarpas de acero de indomable dragón.