Hacia la sima
¡Treinta años!... Las nubes en el cielo
se espesan más; los seres y las cosas
van tomando ese tinte de las rosas
cuando, marchitas, las reclama el suelo.
Cuanto diera placer, causa desvelo;
y se han vuelto –por artes misteriosas–
moscardones, las áureas mariposas;
cardo, la flor, y el entusiasmo, hielo.
Y el mundo sigue su correr, en tanto;
ni amor, ni risa, ni dolor, ni llanto
obstaculizan su fatal jornada.
¡Ay!.... Si posible al corazón le fuera
detener, en su estúpida carrera
al Tiempo, que nos lleva hacia la Nada