Itinerarios del reflejo
I
Quería volar
y otro pájaro que me encontrara
o algún vértigo que me doliera
en la mitad del miedo.
Quería desvanecer
la geometría del precipicio
colagenado de intentos.
Verter el no ser
de las voluntades abiertas.
Decanta mi existencia en el mar,
hasta fruncirlo en archipiélagos
de luces y sombras.
II
De algún modo mi cuerpo
es también tu ausencia.
Esa indulgencia de silencios y sombras
donde se congregan dislocados
mis fantasmas.
Esa obscena estación de barcos
detenidos
donde todavía se venden
pequeñas sincronías
con los espacios y las cosas
que nunca suceden.
III
Desandar el camino
a toda prisa.
Dejar atrás el tiempo
Ritualizar su genocidio
entre agujas.
Respirar la nada
con ansias.
Engullirla.
Palpitar pulmones
de palabras proscritas
y viento triturado.
Ennoblecer el miedo
y su cofradía de lobos
recortando de sombras
el camino.
Acurrucar el dolor
de las rodillas.
Dormirse al movimiento
dislocado de
caderas.
Avanzar hacia la vejez
y abandonar frente al umbral
de cualquier ausencia
el mejor recuerdo
nunca concebido.
Traducir el sudor
y el cansancio
al idioma que jadean las luces
ahorcadas en los postes.
Mirar hacia atrás
como un presente
pronosticado.
Sospechar la vida.
Inmortalizar la atmósfera
de ningún momento.
Practicar simulacros de carne.
Salir siempre a correr.
Escapar
como nunca.