El polemista
(Soneto absurdo)
Ajeno a los cuidados de que el cielo peligre
jamás escucha el ruido de nocturnos vestiglos,
y en cada gesto suyo salta a la arena un tigre
para morder el vientre inflado de los siglos.
Es fiel a los mandatos de la razón siniestra;
y goza con el rojo estupor del desangre;
mas, cuando lo fustigan, alza fuerte la diestra,
Y es un puñal que abre largos chorros de sangre.
Busca la mina oculta en la entraña propicia.
Al sentir la tormenta de las almas, inicia
el combate glorioso con ímpetus salvajes.
Y, si queda vencido por crueldad del destino,
Se va a la soledad de los blancos paisajes
Y oculta sus tristezas en la cruz de un camino
Gil de Lamadrid, Jesus. "El polemista." Ex-Abruptos, Puerto Rico, 1925, p. 8, Colección Puertorriqueña, Biblioteca Lázaro, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras.
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