Ingrata
Si no me quieres, si no me miras,
si tu desdeñas mi puro amor,
¿por qué, mi vida,
tan sonreída
te muestras siempre con tu cantor?
Tú eres la alondra de níveas plumas
que en mis jardines viene a anidar
y cuando exhala tierna cantiga,
calma, mitiga,
del alma mía el cruel pesar.
En los fulgores de la alborada,
qué engalanada,
de entre las brumas gentil surgió;
en las estrellas del claro cielo
tus lindas gracias contemplo yo.
¡Ay! yo te amo como las flores
al airecillo murmurador:
como las aves
sus cantos suaves;
como a las selvas el ruiseñor.
Tú eres el astro de luz radiante
que fulgurante
borra las nieblas de mi dolor:
la hermosura fada que me adormece
vertiendo dulces cantos de amor.
1888.
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