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English translation coming soon.

Rosa marchita

Ignacio Guasp Vergara

1920

—¡Pobre flor! ¿dónde ha volado

la belleza de tus hojas

frescas, puras y fragantes,

que ostentabas orgullosa?

 

¿Dónde están las ricas perlas

Que adoraban tu corola,

—dulces gotas de rocío,

que la noche silenciosa

En tu esmalte derramara

Para espejos de la aurora—?

 

¿Qué se hicieron, ¡pobre flor!

los envidiados aromas

que, en torno tuyo, atraían

las pintadas mariposas,

los alegres pajarillos,

las abejas laboriosas,

que a una voz le saludaban

por fragante y por hermosa?

 

¿Dónde volaron los días

de tu ficha encantadora,

en que tiernas te halagaban

mis bellezas cariñosas,

dulces besos imprimiendo

en tus cien purpúreas hojas,

tus colores comparando

con sus mejillas hermosas?

 

¿No recuerdas, ¡pobre flor!

el placer de aquellas horas

en que, reina del pensil,

te mecías voluptuosa

al susurrante compás

de frescas auroras sonoras

mientras todos te adoraban

por fragante y por hermosa?

 

¡Triste flor!, ya nada existe:

se disiparon tus glorias,

cuan ante el sol esplendente

desaparecen las sombras.

 

Todo pasó, mustia flor;

y, si vive en tu memoria

ese recuerdo de ayer

que la existencia destroza,

deja que vaya también

do se hundieron tus historias;

porque las dichas que fueron,

al corazón acongojan,

y más valiera, al perderlas,

perder también la memoria…

 

¡Infeliz!, te compadezco

y, al ver tus marchitas hojas,

descoloridas y ajadas

desprenderse unas a otras,

tristes lágrimas de fuego

a mis pupilas asoman;

porque así las ilusiones

con crueldad nos abandonan.

 

Al verte así despreciada,

seca, mustia y sin aroma,

abandonada de todos,

—dulces auras, mariposas,

abejas y pajarillos

que besaban tu corola

cuando, reina de las flores,

te ostentabas orgullosa; —

al pensar que del rocío,

no te humedecen las gotas

para en su cristal luciente

retratar la bella aurora:

¡cuán amargos pensamientos

la dulce calma me roban!,

porque en ti —flor desdichada—

y en la desgracia que lloras,

veo triste una verdad

acerba y desgarradora;

verdad que pasa en el mundo

cada instante, cada hora.

y, por esto, si el rocío

ya no humedece tus hojas

¡de pesar lágrimas vierto

que, tristemente, las mojan!

 

¡Cuántos hombres —pobre flor—,

en ti leerán sus historias!

ayer, grandes, ensalzados<

y hoy, que sus males deploran,

ven huir los miserables

que hasta acataban su sombra;

y en su dolor nada encuentran:

ni una voz consoladora,

ni un amigo que les tienda

dulce mano cariñosa.

Porque todo era falsía,

caricias engañadoras

que, al asomar la desgracia

su faz macilenta y torva,

huyeron y los dejaron

con su duelo y sus congojas.

 

Vé, pues —flor desventurada—,

las ideas pesarosas

que, al ver tus galas marchitas,

la paz del alma me roban…

Y, en vez de dulce rocío,

¡cae mi llanto en tus hojas!

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