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The Puerto Rican Literature Project The Puerto Rican Literature Project

English translation coming soon.

Espejo 9: Tertulia

Ángel Isián

2013

Sube a mi alcoba, querido hombre, 

y detente a dialogar conmigo. La

mesa del café ya está arreglada, 

como cena triunfal al solitario, y las

galletas predispuestas  

a saborearse en su silente victoria,

entre tertulias de vidas suspensivas 

en el sabor de la memoria, 

que pierden la guerra del silencio 

a una prohibida miseria. 

 

La ventana se ha abierto  

para recibir la brisa de la burla,

que desde el mar me trae noticias 

de una ola sin rumbo. 

Y la fragancia que invade  

me huele al todo de mi esencia:

a la nada de palabras  

que no vuelan sin licencia 

y que caen al suelo ante el

espectro de la triste tendencia. 

 

Sube a la alcoba, hombre,  

y conversa conmigo otra vez.

¿Ya ves? Las gentes caminan,

y no miran arriba. 

Y yo mirando hacia abajo,  

contigo imagino, 

que sus cuerpos no son cuerpos, 

sino un lienzo desmedido 

en las manos atrevidas 

de algún pintor entrometido. 

 

Y ahora que has subido,  

comienzas a desenvolver parlamentos.

Pero, de cierto no te escucho,  solo

veo bailarines comienzos, que me han

dejado descubriendo  el valor de tu

ascendida; 

de hablas que no dicen  

en lo profundo de la alcoba

perdida, calladas y sumisas ante el

poeta en su morada incomprendida.

Habla conmigo, hombre;  

mi fiel amigo y brutal enemigo. 

Siempre cada tarde  

has encontrado un desnudo motivo de charlar alguna idea,  

alguna locura derramada en el piso, en donde no hubo luz,  

sino un resbaloso laberinto 

de segundos líquidos sobre  

puentes desvanecidos. 

 

Y tu rostro... aquiétalo un minuto, 

hombre del habla mudo. 

Me recuerdas al rostro 

de un ser pintado y destruido 

de un libro de profecías anticuadas:

como un bosque de hojas

usurpadas castigando a la tierra por

no llegar  a su centro de herejías

sagradas, 

al parecerse a ti, en tu curioso

empeño de ser mi segundo. 

 

No, aún no bajes, la tertulia no termina, 

el silencio nos aguarda. 

¿No ves que eres el que en repetidas veladas, 

amé en desmedida? 

Fuiste un extraño fantasma  

que cubrió la puerta de mi mirada, 

con múltiples salidas que conducían 

cada cual a la misma entrada, 

para luego abrirla, descubierta  

de tu mano de tristeza cumplida.

 

Pero no fue suficiente, porque al alba 

en mis cóleras sin freno, 

te odié frente al espejo y reproché tu escalera 

por no ser espiral 

hacia la eterna búsqueda del poco encuentro 

en el arte del desespero. 

Y te fuiste de aquí porque no supe 

cómo decirte lo que siempre decía:

que vi en tus ojos, y hablé en tu boca, 

pero nunca toqué con tu dedo. 

Y aquí estás hablando conmigo. 

Casi te vas, casi te quedas. 

Y tus ojos no miran porque hablan 

a la ventana de mis quejas, 

 

frente a la mesa, frente al café, 

las galletas y el espejo; 

frente a mí, frente a la cumbre 

de mi conformidad y deseo. 

Pues si tu cuerpo se pudiera 

separar de mi espíritu por

siempre, ya no pudieras dialogar  

tan fluidamente aquí en mi alcoba,

en el cajón de mis juicios sin

cordura y mis dormidos desvelos. 

 

Así que baja oh hombre,  

y recuerda subir otra vez a la ventana,

para que no digas nada,  

cuando del todo se colme tu mirada.

Ahora, desciende hacia la calle  y

pretende que no hablaste conmigo,

para que quieras confundirte en las

tertulias del hombre aburrido, y otra

vez la ocasión te demuestre  que

solo hablaba conmigo mismo.

Rights: Ángel Isián