Ven a Coamo
¡Ah, mi Coamo,
Ven a Coamo y le amarás cual yo le amo!
Es la Villa de indolencia musulmana,
Y sus calles, que trajeron mis abuelos de muy lejos de Oriente,
Ya se alargan ya se encogen tristemente,
Con las tristes añoranzas de un tropel inolvidable que dejó la caravana…
¡Ah, mi Coamo,
Ven a Coamo y le amarás cual yo le amo!
Un hechizo misterioso de inefable misticismo,
Suti’mente vago, suave, etéreo, arrobador….
Se diluye en el ambiente y en las cosas va dejando su quietismo:
¡Aquí viven la dulzura del silencio y el encanto del sopor…!
¡Ah, mi Coamo,
Ven a Coamo y le amarás cual yo le amo!
Natura siempre bella, siempre sabia y previsora,
Le ha ceñido con un arco de verdísimas colinas:
Allá afuera, el mundo todo con sus ayes y su lucha atronadora,
Con su Siglo gigantesco de ansiedades peregrinas;
Aquí dentro, una villa y una vida del ayer le detuvieron….
¡Y conversan un trasunto de los siglos que se fueron…!
¡Ah, mi Coamo,
Ven a Coamo y le amarás cual yo le amo!
Y, si a la hora dulce y triste cuando el día,
En su agonía,
Descompone la color de la cinta de colinas,
Me ves solo por sus calles solitarias,
Cual rumiando mil nostalgias en desiertas soledades…
Es que mi alma visionaria
Sufre el peso gigantesco de este Siglo de ansiedades peregrinas….
Es que vivo martillando realidades,
Es que anhelo batallar…. En el mundo de allá afuera…
Y al fin venir
A morir en la Villa do me esperan
La dulzura del silencio a la sombra que más amo:
¡Ah mi viejo cementerio, Campo Santo de mi Coamo!