La raza hispano-americana
En su “yo” nuestra raza es una y trina:
Hija de los pecados capitales,
Forjada con aceros de puñales,
En un zarpazo de pasión caína.
Surgió de una sangrienta sarracina
Que originaron odios ancestrales,
Entre hispanos leones imperiales
Y los condores de la cresta Andina.
Le dió su estirpe la nación Ibérica,
Sus prejuicios, su sangre, su pujanza,
Sus tradiciones y su lucha homérica…
Y por eso—ya en guerra, ya en bonanza—
Aún se ve caminando por la América,
A Don Juan, Don Quijote y Sancho Panza.
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