En las lagunas de Guanica
A Salvador Brau.
“Númen felix; ingénio peregrino
Que ansioso del laurel para tu frente,
Robaste á Calderón su estro divino,
Y al Fénix inmortal su inquieta mente.”
S. Brau.
(Canto á Eguílaz.)
Génio invisible que al dormido lago
Bajas de noche á humedecer la frente
Y en hilos invisibles de luz pura
Te meces en sus aguas dulcemente.
Ven, que á buscar en sus orillas vengo
La dulce inspiración, la melodía
Que prestas á las célicas canciones
Del vate agreste de tu selva umbría.
Es la tarde, las nubes silenciosas
Cruzan fugaces el risueño cielo,
Las auras rizan las dormidas aguas
que devuelven su halago con un beso.
En la bordada orilla, entre los juncos,
Las aves que en la orilla jugueteaban
Buscan abrigo al frio de la noche
Que envuelta entre crepúsculos avanza.
¡¡Cuánto goza mi alma!! me parece
Que de este fondo inmóvil y sombrío,
Ha de brotar envuelta entre celajes,
la esperanza feliz de mi destino.
Héme por fin entre tus lagos bellos;
Aquí, en los campos que nacer te vieron,
Génio que invoco en mis delirios siempre,
Génio que brota siempre de mis sueños.
De otras playas, perdida la aventura,
Rendida el alma de dolor y pena,
Vengo á buscar en tu retiro agreste
la paz que el campo al corazón le deja.
Yo sé bien por desgracia, que remedio
No habrá que cure la desgracia mía,
Pero al menos, tal vez si no curada,
Endulzarás mi dolorosa herida.
Ya te miro salir, Génio celeste;
No en vano te invoqué; que nunca en vano
Se llega á las orillas transparentes.
de tus risueños y dormidos lagos.
Ya miro relucir sobre tu frente,
La aureola que ilumina con luz pura
El ámbito anchuroso de este campo,
Campo feliz do se meció tu cuna.
Cuentan que un día, las tranquilas aguas
Se miraron bañar de resplandores,
Y de su fondo azul salieron rayos,
Que ostentan del iris los colores;
Una música dulce y armoniosa
El espácio llenó de melodía,
Y las flores al beso de la auras,
Dieron más bellas su fragancia rica.
Aquel día brotaste de las aguas
Y de entonces protejes á los tristes,
Que vienen á llorar sus desventuras
A los lagos hermosos donde vives.
¿Podrá brillar entre tus linfas claras,
la negra estrella que mi suerte guía?
¿Podrá trocar su nebulosa disco,
Por otra luz más refulgente y viva?
Inmóvil te contemplo; tus miradas
Tristes se fijan sobre mí con pena,
Ya sé que no hay consuelo á mis dolores,
En los ámbitos mudos de la tierra;
Que en vano busco la perdida calma,
En el cristal luciente de tus aguas;
Tú no puedes hacer que broten nuevas
las flores de mis muertas esperanzas.