Íntima
I.
Quiero saber si es cierto que me quieres;
quiero saber si, á ejemplo de María,
soy “bendito entre todas las mujeres”,
por el dón que en tu afecto Dios me envía.
II.
Quiero saberlo; más que no lo digan
tus labios de promesas, siempre llenos;
que cuanto á persuadirme más se obligan
y más me dicen, me convencen menos.
III.
Nada consigue esa labor de encaje
que en tus frases de amor para mí labras,
y es preciso que inventes un lenguaje
que exprese mucho más que las palabras.
IV.
Háblame con los ojos solamente;
es inútil tu charla apasionada;
que vence á la expresión más elocuente,
con su elocuencia muda una mirada.
V.
Mírame, sí; que en tu pupila vea
esa mirada intensa y sobrehumana,
en cuya luz parece que alborea
toda la claridad de una mañana!
VI.
Una mirada de pasión que hiera
y agite el corazón, fibra por fibra,
de esas á cuyo influjo el alma entera,
como una guzla bien templada, vibra.
VII.
Entonces, solo entonces mi ternura
copa en que su licor el alma escancia,
inundará tu pecho en las frescura
de un desbordado chorro de fragancia.