A María arroz con jueyes
Ven a oir,
borinqueña gentil de mis lares,
al compás
de mi cítara, dulces canciones;
como canta la alondra parlera
del viento al rumor,
asi te canto yo, arecibeña,
embargado de amor.
Estrofas.
Eres tú, niña risueña,
espejo de Diana,
y tus labios purpurinos
dos corales son
y tu talle tan esbelto,
lindísima indiana,
a la reina de los mares
causa admiración.
Tienen tus ojos hermosos
fúlgidos destellos,
y al que ilusión no ha sentido
ni ha sabido amar,
si lo miras un instante
lo abrasas con ellos,
porque tienen tus pupilas
un fuego letal.
Con tu blonda cabellera
retoza la brisa,
halagando delirante
tu graciosa faz,
dejádole enamorada
en tu casta risa
después de tu propia gracia
más donosidad.
Y cuando viniste al mundo
robaste a la aurora,
sus divinales bellezas,
su bello color,
por tanto eres tú, sultana,
tan encantadora,
que envidia te tiene el mismo
refulgente sol.