Ad Alta
Sorprenden al barco viajero
ciclón , que en la mar se fragüa
lanza el viento un hombre al agua
¿Quién es? ¡Nadie! Un marinero!
En revuelta lid marcial
una bala desdichada,
mata un soldado. Bien! ¡Nada!
No es siquiera un oficial!
Muere un hombre: dadle nombre,
que se llame Juan… ó Blas,
si es un hombre, y nada más;
se le resta ¡Murió un hombre!
Ni financiera, ni artística,
ni social, tenía importancia:
era. un bulto: era, en sustancia.
un alma de la estadística.
Mostró apenas, el perfil,
y está todo su historial
en el libro parroquial,
y en el registro civil:
Allí, en dos fólios, en dos,
breves constan y elocuentes,
la vida y los accidentes,
de aquél. de aquél Juan de Dios!
Sus hijos lo llorarán,
—perdonen si me equivoco—
si el pan se sobra, muy poco,
muy mucho, si falta el pan !
Y otras lágrimas no implore,
porque no tiene derecho:
al cabo y al fin. ¿que ha hecho
para que el mundo le llore?
Fué una cosa, una entidad,
fracción, que se menosprecia:
en el siglo no se aprecia
sinó lo que es cantidad.
Caiga en la fosa común,
Y piérdete allí en buen hora;
Se debe llorar; se llora;
pero, conforme y según.
Se llora, cuando el que muere
supone, por varios modos,
algo, que es algo… de todos,
algo, que a todos nos hiere:
Algo, como el capitán,
que si se ahoga en el charco,
deja sin gobierno al barco
á merced del huracán:
algo como el general,
que al caer, lleno de gloria,
lleva, tal vez, la victoria
en su carro funeral:
algo, así , como una entraña
que se arranca al organismo:
el pedazo de uno mismo
que más duele, que más daña:
en fin, algo, como un astro
que de luz el orbe puebla,
y deja negror, tiniebla,
cuando se extingue su rastro:
entonces, llanto sincero
derrame el mundo cuitado.
que no lloró a uan marinero!
Si entónces hay quien descarne
su herida, con diestra mano,
Verá que el hierro inhumano
ha entrado bien en la carne:
verá, verá como brota
la sangre de los más hondo,
y que en el fondo en el fondo,
se queda siempre, una gota! ..
Es el dejo de la hiel,
que el dolor allí resuma
fermento, vírus, espuma,
de lo amargo y lo cruel.
Melancólica obsesión,
abrumadora tristeza,
lo que carga la cabeza!
lo que oprime el corazón!
Eso, tan grande, tan grande,
que en el pecho se aposenta,
y que el pecho no revienta
por qué el músculo se expande:
eso, que invariable, fijo,
no concede paz, ni calma;
¡eso, que lleva en el alma
la madre, que pierde un hijo!
II.
Y ¿qué es, en suma, qué es
sensación tan misteriosa?
gota, que el vaso rebosa
y en él se estanca después:
serpiente, que cuando yerta,
sus anillos hace rosca:
que tibia, los desenrosca: ..
que muerte cuando despierta:
es el recuerdo, que dura,
es la memoria, que vuelve,
vapor, que no se resuelve
por más que sube á la altura.
Es ver en la rubia tinta
de un sol que tras montes nace,
después de Dios, que lo hace,
á Campeche que lo pinta:
y en el ave que en la sierra
saluda el alba cantando,
á Tavarez, reludiando
los aires de nuestra tierra.
Es ver entre la neblina,
que colora el sol levante,
perderse vaga, distante,
la sombra de Alejandrina:
y entre los nimbos de grana
que en el cosa reparte,
á Vassallo y á Vidarte,
á Saez, Acosta y Pastrana
y surgir en los misterios
de penumbras sepulcrales,
Soler, Dávila y Morales
en distintos cementerios.
Es Sancérrit, noble, rudo,
sucumbiendo en la labor,
cómo el bravo gladiador
que muere sobre el escudo.
Es de Angélica el cantar,
que remeda en blando arrullo,
el cadencioso murmullo
de los vaivenes del mar:
González, que de la ciencia,
los secretos mil explora:
Aranzamendi, que llora
con la rima y la cadencia:
es vivir en el ayer,
preguntándole al pasado,
por Álvarez, por Corchado,
y por Tapia y por Gautier:
buscar á Hernandez, Quijano,
á Derkes, Puente y Padial,
y hallarlos en el umbral
del panteón borincano.
Es arrancarlos de allí,
sin olvidar á ninguno,
y después, uno por uno,
irlos evocando aquí!
Ellos, que tomaron parte
en las lides del talento
marcado tienen asiento
en el santuario del arte:
y aquí, al honrar su valer
comprendamos que en rigor
más que hacerles un honor
eso es cumplir un deber
Su mano fué la primera
que con victorioso empeño,
del arte puerto-riqueño
alsó al aire una bandera:
y de la historia el proceso
á grandes voces pregona,
que fueron en esta zona
apóstoles del progreso.
Síntesis, encarnación,
de lo que es Dios en esencia,
y se llama. inteligencia,
númen, genio, inspiración.
Eso, que la frente quema,
que exalta la fantasía,
dentro del cráneo, poesía,
dentro del pecho, poema.
Lo que deslumbra y encanta,
lo que pinta, lo que crea,
el sentimiento, la idea,
lo que llora, lo que canta!
Lo que del arte á través,
se llama en el Cielo, sol,
Cervántes, en español,
y Victor hugo, en francés:
Lo que al tomar forma y sér
aquí, recibió los nombres
de aquellos ilustres hombres,
y de una y otra mujer.
III.
Hoy mi voz, que los aclama,
pide á la patria también,
un laurel para su sién,
un mármol para su fama:
el reflejo de una luz,
la vibración de un gémido,
lo que salva del olvido,
sea una piedra, sea una cruz.
Y los que sepan rezar,
que recen á su memoria,
mientras cantamos su gloria
los que sabemos cantar.