Aquí estoy...
A la memoria de mi amado.
Ya llegó la hora de la cita, amado,
que me diste al alba en la paz diurna,
mientras los luceros empalidecían
entre los cendales de la inmensa urna.
Yo avanzo hacia el bosque pleno de sonidos,
aspiro el aroma de fuertes nectarios,
cuando ya los pájaros se quedan dormidos,
bajo los ramajes verdes, milenarios.
Ven, que aquí te espero bajo la arboleda
ceñida mi frente con mi negra toca,
con rosas muy frescas de tu rosaleda
y besos muy tristes en mi mustia boca.
No quiero acercarme a tu encuentro, dudo…
porque temo al frío que hiela tus huesos,
y quiero que vengas en un soplo mudo
a galvanizarte con mis dulces besos
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