En la herrería
Hay canciones de yunque desde que empieza el día
Hasta que cae la noche y envuelve la herrería.
El herrero hecho nervios, robusto y corpulento,
Canta con el martillo sobre el yunque sonoro
Y arranca a los metales un profundo lamento
Entre un temblor brillante de lágrimas de oro.
Un desorden de ruedas de varillas y lanzas,
Ocupa el negro suelo;
Mientras el buen herrero se llena de esperanza
Bajo la sonriente serenidad del cielo.
En las tablas de un seto, carcomidas y oscuras
Se ve mintiendo adornos algunas herraduras
Con tornillos y clavos y tuercas y arandelas,
Y forman un muestrario
Que mueve un movimiento imaginario
Al rojo resplandor de la candela.
Hay un soplo de vida por toda la herrería
Desde que nace el día hasta que muere el día…
No descansa un momento
El fuelle de la fragua
Que es amiga del viento
Y enemiga del agua.
El metal indomable sufre al fuego su encierro;
Es un milagro dúctil de púrpura y de brillo;
Y al batirse el martillo sobre el fuego del hierro
Se estrellan las tinieblas a golpe de martillo.
Y el forjador trabaja; se baña en sus sudores;
Pone tersos los músculos a fuerza de golpear;
Sufre frente a las llamas quemaduras y horrores
Y no se sienta nunca a rato a descansar.
Mas… Después del trabajo, cuando llega la tarde
Y los ruidos descansan y la fragua no arde,
Y suspenden los yunque su divina canción,
Retorna el bueno herrero al familiar regazo,
Con el libro en que estudia metido bajo el brazo
Y en la mente las áureas gemas de la ilusión.
¡Oh el encanto indecible de la sana alegría
Que difunden los bronces por toda la herrería
Y cae llena de ecos al anochecer;
¡Oh, la alteza de espíritu que domina al herrero
Desde que rompe el alba sobre su yunque fiero
con un gran martillazo lleno de amanecer!
¡Salve soplos de vida que invaden la herrería
Como una bendición,
Desde que nace el día hasta que muere el día
Apagando los salmos del yunque y el marrón!
¡Dios proteja al herrero de brazos corpulentos
Que doma lo indomable sobre el yunque sonoro,
Y arranca a los metales estrellas y lamentos
Entre un temblor de fraguas y lágrimas de oro!