Allá van los viejos
Es de noche.
Una noche serena,
de esas noches tranquilas
cuajadas de estrellas
en que el alma se va en las pupilas,
y en ellas,
se escapa, formida,
la vida:
Una noche que es toda vía-láctea,
muy clara y muy pura;
su rara blancura
se esparce en el cielo,
como polvo de nieve
que se cuela, muy leve,
por una hendidura…
Son los velos
de un millón de risueñas
trigueñas
que cruzan los cielos,
y alegres se apiñan,
o, en giros revueltos, retozan y guiñan.
A veces, las mismas estrellas
se esparcen aisladas;
entonces sus vagas miradas
no brillan tan bellas.
Me parecen hadas
que están preocupadas
buscando la gloria perdida…
O ya, si se apartan más lejos,
se me antojan viejos
de blancos cabellos, que huyen de la vida…
Yo los veo desde lejos
con sus báculos rudos,
y los veo corvados y mudos.
Y yo pienso,
contemplando la vida
Cual si fuera en un lienzo:
«Allá van, en ruidosa porfía,
el dolor de la noche y la gloria del día;
las nalgas de meses y años;
el orgullo y la envidia.
Allá van las pasiones, en lidia
con los desengañados.»
Y, cuando veo los pausados reflejos
de los pobres viejos
doblados y mudos
de báculos rudos
me digo: «Allá van, errabundos
los viejos
buscando otros mundos
más lejos… más lejos…»
Benítez Flores, Manuel. "Allá van los viejos." Parnaso portorriqueño: Antología esmeramamente seleccionada de los mejores poetas de Puerto Rico, edited by Enrique Torres Rivera, Maucci, Barcelona, 1920, pp. 238-9, Insituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico.
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