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El Proyecto de la literatura puertorriqueña El Proyecto de la literatura puertorriqueña

Cinema Paradiso

Edgar E. Ramírez Mella

2014

He vivido alrededor de la música,

Alrededor de la poesía,

Alrededor de la pintura.

Incluso de la religión si la tomamos como arte.

Pero el cine, hechizante linterna, el cine es como una misa

Una experiencia religiosa y colectiva.

 

Una película ya se sabe es también nuestra existencia.

La vida imita al arte, ya lo han dicho:

Un gran cinema crepuscular y alucinante es el mundo.

Desde Vanesa Redgrave semidesnuda y descalza

Sólo bailo invocando las musas

Que supo robar a mi primer amor

Isadora Duncan, después ya no hubo nada que me asustara

Excepto la ordinariez pedestre de la democracia gringa.

 

Tal vez Eleanor de Aquitania calmó mi corazón,

Alguna brumosa tarde de otoño, mientras

Rosa Luxemburgo cojeaba por barrios quejumbrosos,

Exhausta pero con fijo rumbo, no sé si en Reds 

O –dudo– en aquella de Margaret von Trotta,

Y Carmen hacía de Don Juan Tenorio en Saura,

Y el ojo tajeado del perro andaluz

Con las hormigas –inquietante surtidor–,

En el gabinete del Dr. Caligari,

Cuando yo sabía huir por replicante

En un desliz de Chaplin besando a aquel mocoso con amor

De vagabundos, ¡Ah! Y Renoir con la orquesta de señoritas

En el patético campo de prisioneros,

Patrióticas y grotescas caricaturas en ese largo encierro

Del hombre y la muy civilizada guerra,

Y se cerraba el cerco vergonzoso

De la muerte en Venecia, siempre sensual,

Con un trío de laúd y mandolinas para Orfeo de Cocteau,

Con filloas y anís de carnavales, cuando por el espacio

Hablaba y danzaba su odisea Zaratustra;

 

Y cómo no rememorar la exquisita foto de la última cena

De Viridiana y la inmensa nostalgia de Amarcord,

Mientras milicos locos de semen y sangre pueblan

Los mingitorios ebrios por los dulces y pérfidos perfumes

De la tierra, en ese ajedrez con la propia muerte

Bergmaniana en el séptimo sello,

Después de masturbarme con la canción

De Jean Moreau en Brest donde Querelle

Trafica narcóticos marinos, soñando

Aquel tren atroz de media noche…

Y la mar, ¡Ah, la mar! Era la Josephine Baker

Suspirando como sirena:

 

J’ai deux amours mon pay et Paris.

J’ai deux amours… larilará laralarí



He sentido tanto, tan y tan adentro de la carne el cine:

Sus húmedos y agrios olores –hoy sólo son nostalgia azul

Del carbón de las entrañables estaciones–

De nebulosas nicotinas de muchachos inquietos,

Soñando traviesas colegialas que siempre sueñan con huir,

Hacia… la verdadera vida inexistente, lejos,

Lejos, siguiendo algún acartonado camino amarillo.

 

Los filmes son, os lo aseguro,

Románticos espejos y líricos poemas destapados

Como las ollas negras y lunares del Walpurguis,

Como esas épicas y abigarradas noches de Bagdad,

Con todo y alfombras voladoras y hechizadas lámparas,

Llenas de olores de jazmín

Debajo del lamento sordo de los eunucos,

Con chalecos y babuchas de seda nacarada

Y terciopelo púrpura, bajo los tules de celuloide

Quemándose en la oxidada pantalla.

 

He llorado Nilos y reído hasta gemir.

Tantos espasmos tenues, lacónicos suspiros,

Sollozos apagados en la penumbra.

Tanta pasión y excitaciones álgidas,

Con tanta gente alrededor, en el silencio agónico

De cremalleras y medias de nailon en el roce de una falda,

Y mientras en el desliz de alguna lágrima se escondía

El primer beso y aquel batir de miembros y de lenguas;

 

Tanta gente en trance hipnotizada, –silencioso coro griego

Así en la oscuridad– como Norma Desmond dijo,

Acechándonos con sibilinos arabescos, desde el otro lado

De ese espejo, penetrando con sus ojos de bruja,

La crepuscular y obscura sala:

And those wonderful people out there in the dark

Entre sueños recurrentes, romances y terribles pesadillas,

Siempre hasta el final para soñar y abolir

Este país de zombis que es una ridícula película B,

Y como dice esa canción de Elton John,

Donde se metieron y bebieron el presupuesto,

Tomándonos el pelo otra vez y sin ningún crédito:

 

I´ve seen that movie too.

 

Aunque solamente queden hoy los 120 días de Sodoma

Y la cámara como un arma, en el estado de las cosas

De Wim Wenders, y los perdidos cubalibres

De Atención a esa prostituta tan querida,

Estrellados una y otra vez

Contra la pared sin culpas, y la fucking ley del deseo

Como el chicle del hastío (de la angustia me-lan-có-li-ca

O el amor derrotado por el tedio)

Que pegara Marlon Brando,

Debajo de la baranda del balcón del último tango en París.

Derechos: Edgar Ramírez Mella; La secta de los perros

English translation coming soon