Al río de Bayamón
-¡Qué grato es mirarte, oh río,
por las vegas susurrando,
y con tu murmullo blando
cómo para el mar bravío
van tus aguas caminando…!
Tú vienes de gran distancia
las praderas recorriendo,
y contigo vas trayendo,
de jazmines la fragancia,
que tus aguas van lamiendo.
No se ven en tus orillas,
ni castillo ni torreones
que te sirvan de blasones;
pero sí,mil avecillas
que entonan dulces canciones.
Ni tus aguas cristalinas
forman al bullir espuma,
ni tus ondas diamantinas
en perlas mil peregrinas
van a tu ribera en suma.
Ni tampoco hay grata sombra
que calme el sol ardoroso;
pero brilla allí afanoso,
a tus pies hay verde alfombra,
y un ambiente delicioso.
Allí, la garza sencilla
ostenta su blanca pluma
en una y en otra orilla,
y copo de nieve en suma,
con la luz del alba brilla.
El agua que se desliza
es tan suavísima y pura
como el soplo de la brisa,
o como el llanto y la risa
de inocente criatura.
¿Cuántas, de madre salido,
en tu ribera inocente
al ver tu faz transparente,
mis pesares te has llevado
envueltos en tu corriente…!
¡Cuántas, de madre salida,
sin temer a tus rigores
yo te he surcado atrevido,
en pos de un hijo querido,
el amor de mis amores!
Y al recibir aquel niño,
–mi único placer, mi encanto–
¿no te acuerdas de aquel llanto
que, al mostrarme su cariño,
le causaba su quebranto?
Y luego que en mi regazo
ósculos mil le imprimía,
el contento en él volvía,
y, echándome al cuello el brazo:
<<mi amor, mi bien>>, –me decía.
Todo, río, feneció;
tú lo ignorabas quizás:
aquella flor que brilló,
el huracán la agostó,
¡ay!... para siempre jamás!
Desde entonces inclemente
huyó el placer de mi alma;
y, en vez de plácida calma,
llevo en mis hombros, paciente,
del dolor pesada palma…
Yo, río, no he de volver
a pisar más tu ribera;
porque su faz placentera
en tus aguas no he de ver
retratada por doquiera.
Mas si en tu cristal luciente
me la ofreces estampar,
¡yo volveré diligente,
y, abrazado a tu corriente,
me iré contigo a la mar…!
Travieso, Martín J. "Al rio de Bayamón". Parnaso portorriqueño: Antología esmeramamente seleccionada de los mejores poetas de Puerto Rico<, editado por Enrique Torres Rivera, Maucci, Barcelona, 1920, pp. 48-50, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico.
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