José Ignacio Astor
(Él)José Ignacio Astor, hijo de Ignacio Astor y Rosa Ramos, nació en 1841 en Arecibo, Puerto Rico. Fue poeta, compositor y trovador —especializado en décimas y guarachas— y vivía de la barbería y la carpintería. Algunas canciones de su autoría fueron “La Negra Franchica”, “La Estrella Federal”, “La Linterna”, “El primer beso” y “BRINDIS”. Astor “militó siempre en las filas de la causa del país”, y formó parte de una Parranda constatada por un grupo de obreros, bajo el nombre de “los Chelines”, que fue acusada de conspiración contra el gobierno Español (Limón de Arce 27). Falleció en 1911.
Fuentes consultadas
Limón de Arce, José. Trovadores populares de Arecibo. Archivo General de Puerto Rico, Instituto de Cultura, San Juan, pp. 25-33. Manuscrito, 1926.
Biography
Dije en el estudio biográfico de José A. Machiavello (“Poetas Arecibeños”, página “) que la letrilla o guaracha fue en ocasiones múltiples el vehículo que el pueblo utilizara para expresar sus anhelos de libertad, sus dolores, sus regocijos y hasta sus burlas. Ahora, mejor que en ocasión alguna, puedo demostrar la certeza de aquel aserto.
La tiranía que, como la cizaña, prende en todos los climas y en todos los terrenos y latitudes, engendran déspotas lo propio en la caduca Europa que en la novel América, y que lo mismo se alberga o cobija bajo las bóvedas del Kremlin de la Autocracia que bajo los pórticos del Capitolio de la Democracia, la tiranía, repito, se había entronizado en España con el advenimiento al solio de Fernando VII —El Deseado—y por consecuencia de la muerte de éste con el establecimiento de la Regencia, todo ello bajo un régimen absolutista que había manchado el trono español con la sangre de la libertad simbolizada en don Rafael del Riego.
Se sucedían los gobiernos reaccionarios, atropelladores de todo derecho, que cometían toda suerte de desafueros, injusticias y exacciones, que continuaron con el reinado de Isabel II, hija de Fernando, cuya proclamación trajo como consecuencia el entronizamiento de la guerra civil con el alzamiento de los partidarios del pretendiente don Carlos. Un día estalló la Revolución —setiembre de 1868— que dio al traste con las instituciones monárquicas, estableciéndose en Madrid un Gobierno Provisional, que declinó sus poderes en Amadeo I de Saboya a quién sucedió el establecimiento de la República.
Gemían las negradas en las Haciendas o Ingenios bajo el látigo de inhumanos mayorales y capataces; el elemento blanco sujeto al yugo de la servidumbre política sufría las persecuciones de los mandarines coloniales y sus adláteres en Cuba y Puerto Rico, cuando en las Antillas comenzaron a sentirse los saludables efectos de la Revolución. El Gobierno Provisional, que según queda dicho, siguió a la caída de Isabel II, afrontó en parte el pavoroso problema de la esclavitud, disponiendo libres o exentos de todo trabajo a los negros en general de más de 60 años.
José Ignacio Astor, negro criollo, que fue siempre un enamorado de la libertad, no perdió nunca ocasión ni medios para exteriorizar sus sentimientos, que eran los mismos del alma popular, utilizando para ello la guaracha. “La Negra Franchica” es una de esas letrillas originales, que reflejando la inquietud y zozobras de la época (1871) muestra vislumbres de esperanzas en la llegada de mejores días para la patria. Es una verdadera lástima que no se haya podido salvar por completo del olvido tan original composición de José I. Astor. Las estrofas que doy a conocer más adelante me fueron dictadas por mi excelente amigo Miguel de la Rosa que, para aquella fecha, no contaba quince años. (1)
En los últimos días del gobierno del general Sanz, de infausta memoria, formóse en Arecibo por un grupo de obreros (diciembre de 1870) una de aquellas Parrandas a la que se dio el título distintivo de “los Chelines”. Entre sus componentes figuraban don José Francisco Cruz, don Ramón Viñas —conocido por Tatá— don Epifanio Pérez, don Robustiano Siragusa, don Antonio Olmedes, y don José Ignacio Astor. El día primero de enero de 1871 celebró la Parranda la festividad del día y su inauguración de la misma con un almuerzo. A uno de los asistentes ocurriósele cojer una pluma de pavo y colocarla en la cinta del sombrero, a modo de adorno inofensivo. La reacción gobernante, la intransigencia, condenable y digna de execración en todos los tiempos, la suspicacia, esa maldita suspicacia, hija de la ignorancia de unos españoles y de la maldad de otros, que echó en tierra el imperio colonial de España en América, la intransigencia y la suspicacia, repito, vieron, sin duda, en el inocente adorno algo sospechoso, algo que debió oler a conspiración a la autoridades locales, al ver que todos los miembros que formaban aquella organización, marchaban por las cales cantando y acompañándose de los típicos instrumentos del caso y ostentando cada cual en el sombrero la consabida pluma de pavo.
La letra de la guaracha “La Negra Franchica” ayudó a forjar en la mente del Alcalde Corregidor de la Muy Leal Villa de Arecibo, la idea de que “los Chelines” formaban una sociedad que abrigaba planes secreto y siniestros contra el gobierno de la Nación. Y héteme al cacique local ordenando la prisión y proceso de los individuos de la Parranda. De ellos solamente fueron apresados Astor, Viñas, Cruz y Siragusa, quienes callaron los nombres de sus compañeros de asociación. El proceso podía tener como final una sentencia de muerte o destierro. Por fortuna para Astor t compañeros la faz política de los sucesos tuvo un cambio favorable en España, y por ende en Puerto Rico. Al truculento y malvado general Sanz, sustituyó el general Baldrich, liberal , célebre por sus peregrinas ocurrencias en Moca, Cáguas y Arecibo durante las visitas oficiales que hiciera a dichas poblaciones.
El general Baldrich visitó Arecibo en el mismo mes de enero de 1871. A Él acudió un grupo de damas de nuestra sociedad más distinguida, exponiéndole el caso de los individuos de la mencionada Parranda, y el gobernador, de un plumazo, ordenó la excarcelación de los presos, dando así fin al proceso que tan preñado de negruras se había incoado contra ellos. Uno de los señalados como conspirador; al tener noticias de que iba a ser aprehendido, se tomó un veneno, pagando con su vida inocente el crimen forjado en la mente calenturienta de una autoridad injusta.
La letra de la guaracha referida “La Negra Franchica”, como dejo apuntado, es de José I. Astor. Está escrita en la manera especial con que los hombres de raza africana hablaban nuestra rica y dulce lengua, siendo la música o tonada de la letrilla obra del propio Astor. Realmente en sí la letra nada tiene de particular; no hay en ella nada subversivo ni injurioso. Pero la frase la “flo liberá” (la flor liberal) debió sonar en los oídos del autoritario cacique local como un rumor de muchedumbre enloquecida. De ahí sus actuaciones inquisitoriales contra nuestros inocentes compueblanos.
José Ignacio Astor, que nació en Arecibo alrededor del 16 de enero de 1841, pues que en su partida de bautismo celebrado el 2 de febrero de dicho año, (Libro 7, folio 380) se dice que tenía 17 días de nacido, falleció el 23 de enero de 1911, es decir, a los setenta años. Sus padres fueron don Ignacio Astor y doña Rosa Ramos. Era hermano de don Emiliano Astor y Ramos, dramaturgo y músico que figurará en mi libro “escritores Arecibeños”. Su partida de defunción se halla inscrita al folio 124 del tomo 2 —grupo 2.— de este Registro Civil.
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José Ignacio Astor militó siempre en las filas de la causa del país, siguiendo la suerte de los partidos avanzados hasta culminar en el autonomista bajo la dominación española. Fue federal con Muñoz Rivera, unionista después e independentista siempre.
Cuando los días negros de la anarquía política en Puerto Rico, de que hablo en “Poetas Arecibeños”, ensayo biográfico sobre don José Ramón Rivera, así como en el de José A. Machiavelo, José Ignacio Astor (Mañaco llamado por sus amigos y familiares) tuvo la visión de que solo por medio de la unión llegaríamos los puertorriqueños a una finalidad práctica. Y como MOMO (José Mercado) el poeta dulce caústico, —sin que esto sea paradójico— llamó a la Unión a los republicanos, anticipándose así también al señor Antonio R. Barceló y a su compañero de “Tregua de Dies” señor José Tous Soto, que entonces era Juez Asociado del Tribunal Colegiado del Distrito de Arecibo. Sus dos guarachas Diana primera y Diana Segunda a los Republicanos, que aquí reproduzco lo demuestran claramente.
En aquellos días turbulentos días en que se apaleaba a los federales y se les encarcelaba y hacia barrer las calles con trapos rojos cosidos a la espalda de la chaqueta, en aquellos días bochornosos en que se tiroteaba a los clubs federales y en las calles de San Juan un día del mes de setiembre de 1900 se hacía añicos la imprenta en que el señor Muñoz Rivera editaba su diario político por las turbas republicanas de la Capital de la isla, en que era delito escribir para el pueblo, Astor, R. Rivas Machiavelo, Casanova y el autor de este libro escribían en Arecibo guarachas y canciones que mantenían vivo el fuego del amor a la patria y a la libertad.
Medianamente instruido, cultivaba Astor el género popular simbolizado en nuestras ciudades y pueblos por la letrilla y la canción, y en nuestros campos por la décima, compuesta comoe s sabido por una cuarteta y cuatro decimales o espinelas. (2)
Las composiciones en verso de Astor y Ramos —que vivió del producto de sus oficios de barbero y carpintero, que indistintamente ejercía— no se conservan ni en manuscrito siquiera. Sus hijos recuerdan algunas, sus amigos otras. Yo doy a la publicidad algunas de las que cantábamos en nuestras Parrandas “La Estrella Federal” y “La Linterna”, años 1900 a 1905.
No acusan sus trovas una esmerada corrección en la forma, ni elevación de pensamientos, aunque son bastantes bien medidas y de un natural sentimiento y claras en la expresión.
Justo es confesar, no obstante, que sus canciones y guarachas fueron acogidas siempre por el pueblo con singulares muestras de regocijo. La canción “El primero beso” y el “BRINDIS”, que también cantóse con música del mismo Astor, son trovas de emoción y belleza.