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El Proyecto de la literatura puertorriqueña El Proyecto de la literatura puertorriqueña

Los hijos de Colón (trad.)

Rane Arroyo

Traducido del Inglés por Urayoán Noel

1990

Me he parado en la esquina de Broadway y Clark—lo que los poetas en Chicago llaman El Paquete del Medio Oeste—y me gusta eso porque yo también tengo paquete—y en esa esquina una vez tuve una pelea con otro hombre hispano—tatuada en sus nudillos estaba la palabra D E S T I N O—yo llevaba ropa limpia—invisible en una multitud de tanta otra gente—les digo americanos—me dicen Johnny porque en Chicago así le ponen a los que se llaman Juan—yo estaba perdido entre americanos—y entonces de la nada él se chocó conmigo—y yo dije con permiso—y él dijo que mi madre tuvo que violar a mi padre para concebirme—y yo dije que la comida que hacía su madre les daba gases a las monjas—y él levantó sus puños hacia mí—y yo levanté los míos—y yo podía sentir a nuestras madres arrodillándose—de repente llenas de la necesidad de restregar todos los lugares que sus hijos habían contaminado con sus sombras—y un carro de policía pasó y los dos paramos de pelear—y entonces levantamos los puños de nuevo—y yo dije Rico por qué estamos peleando—y entonces me dio un puño en la boca porque las palabras eran sus músculos más débiles—vi carros azules corriendo sin detenerse ante luces rojas intermitentes—y yo podía ver la luz de neón en la oficina del dentista al cruzar la calle—y sentí el dolor de mi primer puño a los diez años—Georgie el de enfrente— era un niño blanco en un uniforme de Boina Verde que un día le serviría—Georgie me escupía—eres un pendejito de sexto grado—y yo estaba en el sexto grado—y Georgie también pero él había estado en el sexto grado dos veces—y en ese momento de pronto me di cuenta de quién había estado embarrando nuestras ventanas con fango—mi bella madre no podía ver para afuera hacia el jardín de mi padre—estábamos atrapados en esa casa—y Rico me golpeó de nuevo porque yo no le estaba pegando de vuelta—así que le di—y la danza de los átomos rabiosos empezó—el amigo con quien yo andaba trató de separarnos—piensen en la vergüenza que le dan a sus padres—peleen con ellos—no el uno contra el otro—pero Rico, sangrando donde se pronunció mi puño, dijo dónde está tu acento, dónde está tu cabrón acento—hablas americano eres americano—y entonces se me tiró encima de nuevo—el guardia de Great Ace se asomó por una ventana y nos tiró un vellón de diez centavos—podíamos oír su risa—cómo parar—cómo parar—me le tiré  encima a Rico—él brincó y se salió del medio—en verdad estábamos bailando en el sudor pero entonces él fingió doblarse el tobillo—oye me dijo—tienes mucha suerte que tu mamá comió frijoles saltarines mexicanos cuando te tuvo—y entonces corrió al otro lado de la calle porque la luz se había puesto verde y la guagua de la calle Clark estaba llegando—yo estaba respirando fuerte—el hombre se dio vuelta—se agarró el paquete con una mano y levantó el puño con la otra—yo me agarré el paquete y me volví su espejo—entonces se fue la guagua—y la pelea se acabó—mi amigo que había tratado de parar la pelea me dijo—Ah hijo—hijo—hacía tiempo que yo no había sido el hijo de nadie—ni en Chicago ni en Boston ni en Nueva York ni en San Juan ni en Salt Lake City ni en San Diego—no había sido el hijo de nadie—escondí las lágrimas en mis ojos—Adónde vamos Johnny a darnos un café—creo que mis glándulas adrenales están jodidas pal carajo—le dije a mi amigo—y el me dio en la espalda—diciendo que un hombre es un hombre—y yo me puse a mirar las vitrinas de una tienda de ropa cerrada—mis ojos todavía eran marrones—nadie les había puesto lentes de contacto azules mientras yo peleaba—ya yo había perdido mi acento—no iba a perder mis ojos—dije todos somos los hijos de Colón—él dijo sí, Colón sólo siguió la ruta que le señaló su paquete y mira con cuántas mujeres terminó—América—y nos reímos y tratamos de esconder el baile de nuestros huesos lo mejor que pudimos—nos fuimos para la casa, lo que llamamos casa—y la multitud barrió y limpió nuestros pasos—nunca habíamos estado allí, en la esquina de Clark y Broadway—nunca—nunca—nunca—

 

 

Nota de traducción

Aunque la palabra “crotch” se puede traducir formalmente como “entrepierna”, he optado por traducirla como “paquete,” término que se refiere específicamente al bulto de los genitales masculinos. Algo tan formal como “entrepierna” no se diría en el contexto de conflictos callejeros que describe el poema y además con un término tan formal como “entrepierna” se pierde el humor coloquial de “crotch” (el humor incómodo es crucial en este poema). Aunque “paquete” masculiniza al cuerpo del poema, funciona dentro del marco homosocial del mismo, el cual se abre a una reflexión sobre la masculinidad colonizada. Este performance de la masculinidad no se limita al conflicto entre callejero entre Johnny/Juan y Rico sino que alude a toda una historia de masculinidades imperiales militarizadas, desde Cristóbal Colón hasta los llamados “Green Berets” o “Boinas Verdes” (las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos).

 

Arroyo, Rane. "Los hijos de Colón". Traducido por Urayoán Noel, Proyecto de la literatura puertorriqueña/Puerto Rican Literature Project, 2024.

Derechos: Rane Arroyo; Arte Público Press

Columbus's Children

Rane Arroyo

1990

I have stood at the corner of Broadway and Clark–what the poets in Chicago call The Crotch of the Midwest–and I like that because I have a crotch too-and on that corner I once had a fight with another Spanish man–tattooed on his knuckles was the word F A T E –I was dressed in clean clothes–invisible in a crowd of so many other people–Americans I call them–they call me Johnny because in Chicago that’s short for Juan–I was lost among Americans–and then out of nowhere he bumped into me–and I said excuse me–and he said that my mother had to rape my father to make me–and I said that his mother made food that gave nuns gas–and he raised his fists at me–and I raised mine–and I could just feel our mothers fall to their knees–suddenly filled with the need to scrub all the places their children have contaminated with their shadows–and a police car drove by and we both stopped fighting–and then raised our fists again–and I said Rico why we are fighting–then he punched me in the mouth because words were his weakest muscles–I saw blue cars drive right through flashing red lights–and I could see the neon light in the dentist’s office across the street–and I felt the pain of my first punch when I was ten years old–Georgie from across the way–he was a white boy in a Green Beret suit he would grow into–Georgie would spit at me–you stupid sixth grader–and I was in the sixth grade– and so was Georgie but he had been a sixth grader twice–and at that moment I suddenly realized who had been smearing mud on our windows–my beautiful mother couldn’t see outside to look at my father’s garden–we were trapped in that house–and Rico hit me again because I wasn’t hitting back-so I hit him–and the dance of angry atoms began–my friend I was with tried pulling us apart–think of the shame you give your fathers–fight them–not each other–but Rico, bleeding from where my fist pronounced itself, said where is your accent, where is your fucking accent–you talk American you are American–and then he jumped at me again–and the Great Ace guard looked out through a window and threw a dime at us–we could hear him laughing–how to stop–how to stop–I jumped at Rico–he jumped out of the way–we were really sweat dancing but then he pretended to twist his ankle–hey he said–you sure lucky your mother ate Mexican jumping beans when she had you–and then he ran across the street because the light had turned green and the Clark Street bus was coming down–I was breathing hard–the man turned around–grabbed his crotch with one hand and raised his fist with the other–I grabbed my crotch and became his mirror–then the bus left–and the fight was over–my friend who had tried breaking up the fight said to me–Ah hijo–hijo–I hadn’t been anyone’s son in a long time–not in Chicago, not in Boston, not in New York, not in San Juan, not in Salt Lake City, not in San Diego–I hadn’t been anyone’s son–I hid the tears in my eyes–Where shall we go Johnny and get coffee–I think my adrenaline glands are shot to hell–I said to my friend–and he hit me on the back–saying a man is a man–and I looked into a closed clothing store’s windows–my eyes were still brown–no one had slipped blue contacts into them while I was fighting–I had already lost my accent–I wasn’t going to lose my eyes–we are all Columbus’ Children I said–Yeah he said, Columbus just followed the direction his crotch led him to and look at the women he ended up with–America–we headed home, what we call home–and the crowd swept our footsteps clean–we had never been there, at the corner of the Clark and Broadway–never–never–never–

Arroyo, Rane. "Los hijos de Colón". Traducido por Urayoán Noel, Proyecto de la literatura puertorriqueña/Puerto Rican Literature Project, 2024.

Derechos: Rane Arroyo; Arte Público Press