El Proyecto de la literatura puertorriqueña

Y era el Sol. Y era el Cóndor. Dos doncellas

la apoteosis del Cóndor siempre vieron

y los obstáculos que le opusieron

todos los perros, todas las centellas.

Mas hoy la tempestad besa sus huellas,

los rosales su alfombra se volvieron,

los demonios allá se deshicieron

y hubo fiestas para él en las estrellas.

Las dos doncellas se miraron hoscas,

y era que la una, con maneras toscas,

dijo: “¡Bah, no es verdad lo que contemplo!”

Y era que la otra—¡santidad de envidia!—

la dijo:  “¡Quiero ser como él en lidia,

Porque le admiro, seguiré su ejemplo!”