La escuela
De San Juan en el sitio más colmado
de voces, de armonías y belleza,
una luz el Progreso ha levantado
para pulir la juvenil corteza.
Las formas de esa luz son materiales:
una blanca mansión bien construida,
sacra como las viejas catedrales,
alegre como la esperanza ardida.
Esa blanca mansión es una escuela,
y laboran en ella los maestros
por el niño que realizar anhela
cívica aspiración de nobles estros.
Escuela mía, de un mi ayer cercano,
¡con qué placer refresco mi memoria
de cuando, de mis sueños soberano,
aun creía la vida eterna gloria,
juegos, besos, y risas y armonía,
palacio cristalino de ensueño,
más luminoso que la luz del día,
tanto más grande cuánto más risueño!
Te llamo mía, porque en tí me guardas
mis travesuras, triunfos y candores,
horas tan rápidas como gallardas
aurora de la flor de mis amor.
Por la mañana a veces me recreo
viendo la juventud que a tí se acoge,
y entonces optimista siento y creo
que algo, silente, el Porvenir recoge.
Sí; algo recoge el Porvenir silente,
que tú eres el office seguro
que agitas el martillo sabiamente
para moldear el oro nuestro y puro.
Que tú rompes las nieblas de ignorancia
con los rayos potentes de tu ciencia
y derramas esa gentil fragancia
que hay en los senos de la inteligencia.
Que tú amadrinas cuánto es grande y bueno
Y luz, aroma, orífice y madrina
Harán de Puerto Rico el grande seno
De alguna civilización divina.
Calderón Escobar, Juan. "La escuela". Bajo la tapa comba, San Juan, Puerto Rico, 1923, pp. 13-14, Insituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico.
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