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El Proyecto de la literatura puertorriqueña El Proyecto de la literatura puertorriqueña

Poemas del arroyo

Tomás Carrión Maduro

1920

COMO TODOS.

(DEL NATURAL.)

La tarde. Cesa en el taller el ruido,

cierra la flor su delicado broche,

vuelan las aves al desierto nido

y se avecina, en su correr, la noche.

 

Juan, el mísero obrero, fatigado

va paso á paso hacia su hogar tranquilo;

tugurio humilde, pero siempre honrado,

que presta al pobre, generoso asilo.

 

Cena allí, con sus hijos y su esposa,

un pedazo de pan mugriento y duro,

que ha librado, cavando alguna fosa,

tirando un carro ó destruyendo un muro.

 

Que Juan siempre es así; como no tiene

un oficio seguro, hace de todo:

él dice: “mi trabajo me sostiene,”

y es digno trabajar de cualquier modo.

 

Seis hijos tiene, en ellos se recrea

y lamenta, por ellos, su destino;

el mayor, de ocho años, ya lo emplea,

en hacerle . . . mandados al vecino.

 

Tiene cinco mujeres . . . Pan á secas.

Ya cenaron, y duermen . . . en el suelo . . .

Quizás si están soñando con muñecas

que les traerán . . . los ángeles del cielo.

 

Con lágrimas los ojos empañados

en aquel cuadro de miseria fijos,

medita Juan: “Mañana, abandonados. 

¡Ay, cuál será la suerte de mis hijos!”

 

“Yo quisiera educarlos: más me inquieta,

el que nadie me ayude en este caso,

y, si yo gano un real, una peseta,

sólo me alcanza para el pan escaso.”

 

Todo es allí miseria y agonía,

allá está el mundo en su combate eterno,

y Juan va resignado día tras día,

bajando por las gradas de su infierno.

 

Llorando siempre con sentido tono,

Juan pregonaba su dolor profundo,

y guardaba en su pecho mucho encono,

á la perversa ingratitud del mundo.

 

Tanto lloraba Juan, tanto lloraba

por su fatalidad todos los días,

que el mismo Job, como él, no se quejaba

ni como él lloraba Jeremías.

___

Algún tiempo después de estos lamentos

estaba Juan radiante de alegría

y sus hijos y esposa muy contentos:

¡¡Diez mil pesos le dio la lotería!!

 

¿Y qué uso hizo Juan de su dinero? . . .

pues el que todos hacen: divertirse,

despreciar insolente el mundo entero,

jugar, emborracharse y aburrirse.

 

Saber? . . . está demás . . . Yo sé á conciencia,

—lo digo de los sabios sin desdoro,—

“que jamás ha de hacer toda la ciencia

lo que yo hacer no puedo con mi oro.”

 

Como hoy vive á su gusto regalado,

Juan echa el día de ayer en el olvido;

¡qué ha de pensar un Juan adinerado

lo que pensaba un Juan empobrecido!

 

Y Juan se murió al fin, pobre, bien pobre,

y dejó abandonada á su familia,

y sin un cobre, digo, sin un cobre,

sin ciencia, inútil, sin honor, ni nada.

 

Y véase un problema muy sencillo:

ya tiene el mundo nuevas pordioseras

ya tiene el porvenir, un nuevo pillo,

y tiene el lupanar cinco rameras.

 

Visto con detención, de varios modos,

son unos mismos, siempre, los Adanes;

si están en la miseria, Juanes todos

si están acomodados, todos Juanes.

Derechos: Dominio público

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