Ego sum qui sum
Yo no sé si merezco el influjo
de Dios, para permitirme tener esta
vida, soberbio artículo de lujo
que nunca vale lo que cuesta….
Yo no he comprado la mía con vulgar dinero,
sino con una cierta moneda muy extraña
que se llama la lucha… Pero,
en la venta, el Divino Pulpero
siempre, a los pobres, nos engaña…
Yo no quiero, de joven, sufrir el tormento
de seguir incansable, por la vida luchando;
porque, cuanto el luchar es más cruento,
menos la gozo. Y, además, porque siento
que me voy acabando….
Yo he decidido, pues,
aunque a mal lo tenga mi hermano, el Poeta,
declarar a la vida una des-
preocupación completa…
Yo no creo a quien diga
que soy un hombre bueno,
ni al que me maldiga
con brutal cinismo,
Ni a uno alabo, ni a otro condeno;
¿Para qué, si es lo mismo?..
Yo en mi gran futuro, miraré la Vida
tal como si viera
la escalera de la gloria apetecida,
¡y sin querer subir por la escalera…!