Vaguedades
Se acumula el tiempo en la piel
su peso y el intenso color solo agrietan
el tronco, mientras palpita el corazón.
No se puede compartir el ansia de un ayer.
Otros ya no entienden que ese tiempo
no se esfumará en tu concepción.
Lo que ha sido y se ha vivido
sigue punzante en el alma.
Fluye la sangre sin dejar el ayer.
A nadie le atañen los vuelos del recuerdo
ni el ansia por el mañana.
La oscuridad inunda el día.
La brisa enfatiza el momento.
Los labios sellados, inertes, sin compartir
la humedad ni el calor o la esencia.
¡Todo se va a la deriva!
Ayer, ilusión de hoy, mentira de mañana.
Hoy marca el compromiso con el ser.
Mayor entusiasmo ha de enfilar el día.
Con el dolor de la mano va enderezando el esqueleto. No desanimes ante despojos de otros días.
No te pierdas en los espejos del camino.
Piérdete en las palabras y componte ante lo inesperado.
Sigues siendo la niña perdida en el calor del verano.
Abatida estás en las faldas de la abuela y silbido del bambú.
Ves el espesor de las nubes y las colinas ondulantes del recuerdo.
Te engalanas. Te regocijas en los colores y las tafetas.
El tacto te pierde y sigues flotando. ¿Adónde llegarás?
Nada tiene orden. ¿Sólo los años que se acumulan en la Tierra?
Pensar en adioses es inevitable.
¿Duele decir adiós o sencillamente, se resiente el espíritu?
Muchos siguen por sus senderos alterados
entre voces desconocidas, tambaleantes
en plena ignorancia, rastreando espejismos.
Vine aquí a despedirme de ti.
A hablarte a la distancia, bajo la gran sombra
en el silencio que desconoces, en la tristeza
que me embarga y que te ahoga.
Quizás haya lágrimas sueltas,
sollozos ausentes, gritos contenidos.
A pesar de estar en este inmenso espacio
no se produce un triste gemido.
Ajena a la brisa, al silbido encubridor de los pájaros
se fija la mirada en la quietud
de la centenaria corteza de los árboles.