A Celia
¡Salud! Célia querida,
deidad encantadora!
¡Bendito sea tu nombre!
¡Bendito sea tu hogar!
Perdona si al tañido
de cítara insonora
eróticas endechas
te vengo a dedicar.
Quiero decirte, Célia,
que son tus lindos ojos
fuentes inestinguibles
de luz y de esplendor:
más no mi pobre canto
provoque tus enojos:
escúchame benévola,
que soy tu trovador.
Tu ausencia en mi no borra
el sin igual afecto
que te consagro, Célia,
des que tus gracias ví:
podrá el mundo tacharme
de joven inexperto,
más nadie decir puede
que me olvido de ti.
Y aunque, por mi desgracia,
la suerte haya querido
un insondable abismo
poner entre los dos,
¡te quiero como quieren
las aves a su nido!
¡Te adoro
como adoran
Los ángeles a Dios !
Derechos: Dominio público