La luz
Yo soy la luz. Envuelta en mí palpita
el alma del Creador. Todo lo inundo…
¡Todo en ambiente de esplendor se agita
a mi soplo fecundo!
Yo soy la luz. La conmoción divina
de las ondas del éter. Aún ignoro
mi verdadero origen, más adoro
al Creador que con frase peregrina
dijo el FIAT LUX. ¡Y me vistió de oro!
En mi inconsutil traje
envuelvo el llano, el monte y el boscaje
haciéndolos dejar su ceño adusto,
¡y el charlar de la fuente es un poema,
y cada fruto en flor e una gema,
y un nido de canciones cada arbusto!
Vago por el jardín, que es mi delirio,
y sorprendo—encendida mariposa—
un olor de leyenda en cada lirio
y un secreto de amor en cada rosa.
Y así cambio: Ya soy en el vacío
polvoreda sutil que no reposa;
haz de flechas que quiébrase en el río;
ósculo policromo que del vaso
en el cristal detiene sus fulgores
para entibiar los pétalos de raso
de las ya mustias y olvidadas flores;
humilde llama que el hogar calienta
cuando el abuelo sus hazañas cuenta
rodeado de un coro de querubes;
relámpago fugaz que en la tormenta
anuncia el desposorio de las nubes;
complicada madeja de hilos de oro;
dorada urdimbre de un millón de alambres
a cuyo influjo, en el jardín sonoro
revientan de lujuria los estambres…
Astro que deja, al disipar la bruma
de la mar con sus limpias aureolas,
una irisada flor entre la espuma
y una trémula cinta por las olas;
Proteo que en honestas diversiones
alboroza infantiles corazones
y deleita zagalas y gañanes;
adorno sin igual en los salones
y corona de oro en los volcanes;
indiscreto fulgor que con cautela
en la estancia se cuela
por una hendija del caduco techo
como nuncio gentil de la mañana,
y hace desperezar a la mozuela
que dormita en el lecho,
porque en los labios de encendida grana
traviesa juguetea,
o porque se pasea
sobre los ojos de modorra llenos,
o porque, en mil cabriolas, curiosea
por entre las tibiezas de los senos;
flavos hilillos que, por los cristales
entran al templo místico y sagrado
sorprendiendo la paz de los misales
por besar a Jesús Crucificado;
y luego son, al palpitar un beso
del Redentor entre los labios preso
y otro beso al posarse en las tranquilas
profundidades de sus ojos sabios,
bendición hecha luz, en sus pupilas,
sonrisa hecha fulgor, entre sus labios….
Si sensible a la forma, como el agua,
siempre ante lo insensible me rebelo;
y por eso, si un rayo de mi fragua
desciende desde el cielo
a posarse en la mole de granito,
cuando la roca toca,
al dar con la dureza de la roca
¡sabe volar airado al infinito!..
Lleno lo mismo, y con el mismo encanto,
al rocío de mágicos colores,
que la gota de llanto
generadora de las dulces calmas:
que el rocío es el llanto de las flores,
y el llanto es el rocío de las almas…
Si la guadaña de la parca hiere,
dejo un fulgor mirífico y divino
sobre la mustia frente del que muere;
y ese fulgor, cual astro diamantino,
colma del justo el principal anhelo,
que ha de llevarlo en dirección al cielo.
¡Tú eres mi par, IDEA!
Si en monte, mar y llano
derrama su fulgor la luz febea,
Sol eres tú, galano,
que como alta expresión de sus bondades
ha puesto Dios en el cerebro humano,
para que al soplo de tu viva lumbre
se llene de serenas claridades
el alma de la ignara muchedumbre.
¡Vayamos adelante con los mismos
empeños y las mismas refulgencias;
derramándome yo por los abismos,
derramándote tú por las conciencias!....