Apolo
En su zócalo blanco, bajo el verde ramaje,
La arrogancia prestigia su viril desnudez.
Tiene el gesto imperioso de un supremo linaje
Que en su rostro principia y se extingue también.
Sugestiona el conjunto de su altivo plantaje
Demasiado fornido para no estremecer,
Y se ve cómo es fuerte su confuso greñaje
Entre el gajo florido del glorioso laurel.
En sus muslos el brote varonil está muerto;
Y en sus labios completa la Belleza su acierto
Con la gracia sonriente y la frase hecha flor…
Todo el cuerpo interpreta una estética pura.
Sólo falta que un brazo de la viva escultura
Se levante y señale su divino escultor.