Los perros sabemos como hiere la lluvia
Hay días en que uno
simplemente está cansado,
en que no necesita justificarse,
en que solo
el refugio de un beso
vale la tempestad
¿sabías que el recuerdo de un coral
rescata su belleza muerta?
Yo tampoco, pero se me ocurrió
mientras pensaba la arena
como ceniza.
Eso es lo que me hiere de esta isla,
el descaro con que profana
sus muertos.
Tú desde otra orilla
ves otra cosa,
de pronto te digo sí mano,
pero acá es otra cosa y otra cosa,
no sé si me entiendes,
acá ando instalado en la carne
y la promesa de un cuerpo hábil,
cuando sea el tiempo de los abrazos,
¿cuándo será ese tiempo
si me declaro en moratoria?
que estoy en estado de sitio
que esta mañana cantando en la bañera
se me quemó la avena y un poco las entrañas
algo entre el cerebro y el corazón
hizo cortocircuito;
la luz es así, en un relámpago
a mí me toca más ser el estruendo
del trueno
mientras la avena se quema
y olvido la canción de la mañana
así entonces mis rituales
para la pérdida,
se resumen en la lentitud
que convoca
un archipiélago sin nombre;
los perros
sabemos
como duele la lluvia.