Espejo rusticano
Baja el arroyo entre sonatas
que adulan plátanos y helechos,
fingiendo audaces cataratas
o recitando heroicos hechos.
Salpica el césped y las matas
dando frescuras y provechos,
y en mansedumbre o en bravatas
impone al paso sus derechos.
Pero se aquieta en la llanura
Y allí se expande a sus antojos
como una luna veneciana,
para que mire en su hermosura
y el dulce encanto de sus ojos,
la campesina borincana.
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