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El Proyecto de la literatura puertorriqueña El Proyecto de la literatura puertorriqueña

Mi antigua bandera

Estela Mangual

1909

¡Dejadme con mis sueños! Paréceme que aún flota

Sobre la blanca almena del viejo torreón,

La enseña que triunfante cruzó la mar ignota

Llevando entre sus pliegues la luz, la redención.

 

A impulsos de la brisa sus franjas de oro y grana

Extiéndense orgullosas sobre el espacio azul, 

Y en hondas mil se funden, albor de la mañana

Y rayo esplendoroso de refulgente luz.

 

Desde mi cuna, altiva, de Borinquen señora, 

Con ojos admirados brillar al sol la ví;

Cubrió mi hogar bendito su sombra bienhechora,

Y allí comencé á amarla, y á venerarla allí.

 

Por élla la Fé aroma el corazón contrito, 

Y el agitado espíritu de la plegaria en pos,

Escala el alto cielo y llega al infinito,

Y en éxtasis de gloria confúndense con Dios.

 

Por élla en mis oidos, cual himno melodioso,

Resuena dulcemente la hermosa vibración

Que arranca de la lira el estro portentoso

De Lope y Garcilaso, de Rioja y Calderón.

 

¡Dejadme con mis sueños! ¿Qué importa que vencida

Plegada esté en la arena, si el alma como ayer

Flotar la ve orgullosa, y amor y luz y vida,

Como en la cruz el Cristo, ofrece por doquier?

 

¿Qué importa que al empuje del huracán deshecho

Se aleje hecha girones del borinqueño lar, 

Si de hoy por siempre brilla guardada en cada pecho, 

Y en cada pecho tiene un culto y un altar?

 

Yo se que en hora infausta la iniquidad con ella

De la justicia augusta la noble faz cubrió;

Mas ¿dónde no se encuentra la ensangrentada huella

Que la maldita planta del crimen estampó?

 

¿Dónde no alzó triunfante su frente el despotismo?

¿Dónde no hirió en la sombra, artera la maldad?

¡El mundo consternado miró, del hondo abismo,

Bañada en negra sangre surgir la Libertad!

 

Mas hoy que en tierra yaces olvido mis agravios

Y ensalzo tus grandezas que innumerables son,

Y brotan á mis ojos y asoman á mis labios,

De sentimiento lágrimas y frases de perdón.

 

¡Dejadme con mis sueños, mis sueños seductores!

Por ellos arrullada, pareceme ¡ay de mí!

Que solo, eterno brilla el Dios de mis mayores;

¡Que tengo todavía la patria que perdí!

¡Dejadme con mis sueños! Paréceme que aún flota

Sobre la blanca almena del viejo torreón,

La enseña que triunfante cruzó la mar ignota

Llevando entre sus pliegues la luz, la redención.

 

A impulsos de la brisa sus franjas de oro y grana

Extiéndense orgullosas sobre el espacio azul, 

Y en hondas mil se funden, albor de la mañana

Y rayo esplendoroso de refulgente luz.

 

Desde mi cuna, altiva, de Borinquen señora, 

Con ojos admirados brillar al sol la ví;

Cubrió mi hogar bendito su sombra bienhechora,

Y allí comencé á amarla, y á venerarla allí.

 

Por élla la Fé aroma el corazón contrito, 

Y el agitado espíritu de la plegaria en pos,

Escala el alto cielo y llega al infinito,

Y en éxtasis de gloria confúndense con Dios.

 

Por élla en mis oidos, cual himno melodioso,

Resuena dulcemente la hermosa vibración

Que arranca de la lira el estro portentoso

De Lope y Garcilaso, de Rioja y Calderón.

 

¡Dejadme con mis sueños! ¿Qué importa que vencida

Plegada esté en la arena, si el alma como ayer

Flotar la ve orgullosa, y amor y luz y vida,

Como en la cruz el Cristo, ofrece por doquier?

 

¿Qué importa que al empuje del huracán deshecho

Se aleje hecha girones del borinqueño lar, 

Si de hoy por siempre brilla guardada en cada pecho, 

Y en cada pecho tiene un culto y un altar?

 

Yo se que en hora infausta la iniquidad con ella

De la justicia augusta la noble faz cubrió;

Mas ¿dónde no se encuentra la ensangrentada huella

Que la maldita planta del crimen estampó?

 

¿Dónde no alzó triunfante su frente el despotismo?

¿Dónde no hirió en la sombra, artera la maldad?

¡El mundo consternado miró, del hondo abismo,

Bañada en negra sangre surgir la Libertad!

 

Mas hoy que en tierra yaces olvido mis agravios

Y ensalzo tus grandezas que innumerables son,

Y brotan á mis ojos y asoman á mis labios,

De sentimiento lágrimas y frases de perdón.

 

¡Dejadme con mis sueños, mis sueños seductores!

Por ellos arrullada, pareceme ¡ay de mí!

Que solo, eterno brilla el Dios de mis mayores;

¡Que tengo todavía la patria que perdí!

Derechos: Dominio público

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