La tarde y la noche
En su aéreo palacio
La juguetona tarde
Dulces besos de daba y recibía
De las flores más bellas del ramage.
Cual un foco de luz que la besaba
Del cielo entre celajes,
Le daba el Sol sus rayos de occidente
Mas tíbios y suaves.
Mas envuelta en negrísimos crespones
Una matrona grave
Aparece y se sienta silenciosa
Sombría en sus umbrales.
Entristecióse la hechicera niña
Y llorando á raudales
Llenó de blancas perlas de rocío
Sus tules virginales.
¿Lloras dice la Noche?
¿Lloras hermosa Tarde?
¿Por qué vas en mi fúnebre silencio
De nuevo á sepultarte?
Ah! si por cada vez que rompre el día
Mis espesos cendales
Llorara yo; ya el mundo bañaría
En un horrible cauce.
Ven, oculta en mi seno
Tus últimos celages,
Que más vale dormir en mi regazo,
Que amanecer y en fuego evaporarse,
Cual en alas del día caprichoso
Mis vidas se deshacen.