Un cotidiano dios sin ay bendito
César, Miguel: el hombre cobra aliento:
ya dios–si es–es cholo o indio sublevado,
negro rebelde mestizo encojonado,
blanco modesto, iracundo y hambriento.
Ni papa, cura, misa o sacramento
consuelan como el pan más humillado,
ni quien tanta liturgia ha traicionado
verá jamás en ella su contento.
Piden su pan los más en sus raudales.
El mundo tiembla: esta la grey inmansa.
En Africa, en nuestro sur, lira metralla.
El hombre-dios, un llanto inmenso, estalla
y arrolladoramente, apuntalado, avanza,
su ay hecho un zurriar de vendavales.
Derechos: Roberto Márquez