La esperanza perdida
Me abandonó la fe, tesoro inmenso
que a mi amor sonrió, grata querella.
Ya no seré feliz, Florinda bella,
ni en sueños gozaré del porvenir.
De la esperanza el postrimer aliento
de mi seno voló; si si: yace hundido
en el profundo foso del olvido
de donde nunca lo veré salir.
No es la esperanza, no, como el arbusto
que a los rigores del calor fallece
y llega otra estación y reverdece
y eleva airoso al cielo su copón.
La esperanza perdida no es hallada
y el infeliz que, como yo, la pierda,
si mil veces y mil de ella se acuerda y
de luto cubrirá su corazón.
Derechos: Dominio público