Musa cálida
En tu bata de baño cruzabas el pasillo,
Dejando descubierto del torneado tobillo
Hasta el amplio recodo de tu muslo sensual.
Penetraste en el cuarto de la ducha dichosa.
Y sentí los cantares que en tu cuerpo de diosa,
El agua improvisaba con su voz matinal.
Yo no pude alejarme de aquel sitio encantado,
Y quedeme muy cerca saboreando el pecado
Que en tus carnes desnudas el agua cometió….
¡Cómo ardía en mi mente el temblor de tus senos,
La visión de tus formas, tus ojazos morenos,
La canción de aquel chorro que tu cuerpo besó!
Y al salir de aquel cuarto en tu bata de baño
Que palpaba tus curvas —eucarístico paño
Sobre el pan sonrosado de tu cuerpo ideal—
—En un dulce arrebato fuí hacia el baño corriendo,
Y al sentir tu perfume y a mis ansias cediendo,
¡Yo llevé hasta mis labios aquel agua lustral!