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El Proyecto de la literatura puertorriqueña El Proyecto de la literatura puertorriqueña

La casa vacía

Luis Antonio Miranda

1922

   Vacía está la casa, en que dejado

Hube mi amor, cuando partiera, opreso;

Hoy me detuve ante el portal cerrado

Como una golondrina de regreso...

 

   Me detuve y busqué con ansia loca

aquella novia, que al partir, llorando,

Besó mis ojos y besó mi boca,

Mientras yo sonreía sollozando...

 

   Mientras yo sollozaba sonriendo

Para alivio al dolor de las espinas,

Para darle valor, que estaba viendo

Mi ilusión en cenizas, mi alma en ruinas...

 

   Me detuve y miré; mas, pocos años

 Que ha durado mi ausencia muda y fría,

Bastaron a engendrar mil desengaños,

Y hallé la casa de mi amor, vacía...

 

   Dejadme sueños de mi ayer que hile

La madeja de seda del pasado;

Dejadme renovar aquel desfile

Frente a este mudo portalón cerrado...

 

   La ventana está sola, la ventana

Donde colgué mi sonriente anhelo, 

Aquella blanca y mística mañana

En que me dijo adiós con su pañuelo...

 

   Ella; la que se fué, pero que aún vive

En la misma ciudad, —me digo, opreso,—

¿Por qué si ayer lloró, hoy no recibe

La misma golondrina de regreso...?

 

   Soñé encontrarla al regresar, riendo,

Alegre el mudo corazón herido,

Nuestros besos buscándose, y sintiendo

Que la vieja ilusión volvía al nido...

 

   Soñé que al regresar, la Primavera

De cada rama seca haría un retoño,

Mas, la casa está muda y lastimera

Como una mustia sensación de Otoño . . . 

 

   Está la novia aquí. Otra es la casa

Donde su hermosa juventud guarece . . . 

Fiebre de engaño mi ilusión abrasa;

Para esta casa lóbrega, anochece . . .

 

   Huiré de aquí, donde a buscar descanso

Llegó mi juventud como una amiga,

No es este techo el pródigo remanso

Que vislumbré cuando sentí fatiga . . .

 

   La casa está vacía. El desencanto

Me recibió en su portalón cerrado; 

Partí dejando en ella sangre y llanto;

Hoy desde que llegué, ¡cuánto he llorado!

 

   Es la ilusión ferviente que conmigo

Alimentó esperanzas adoradas:

Un regreso triunfal, no el desabrigo

De estas puertas tan mudas y cerradas . . .

 

   ¡La quiero más que nunca! Mi tristeza

Se trocará al hallarla en alegría,

Que puede más su mística belleza

Que el gran dolor de la mansión vacía . . .

 

   Quiere llegar donde ella mi alma ciega,

Como a una boca tibia un yerto beso,

O como al nido del alero llega

La tarda golondrina de regreso . . .

Derechos: Dominio público

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